jueves, 28 de mayo de 2015

La piedra


He dejado la piedra sobre el aparador. De ella solo queda un pequeño fragmento de forma circular, aristas cortantes y un brillo especial que resplandece con la luz. Muchos días la olvido. Cuando salgo a la calle y descubro la ausencia regreso a casa. Ahora es imprescindible, la mejor compañía, el único alimento.

Ayer un indolente me ofreció unos billetes de metro. Mientras introducía las monedas en la máquina expendedora sus palabras alargaban la mano hacia mi rostro. Agradecí el detalle pero no pude conversar nada más, había desaparecido.

He tocado el bolsillo izquierdo del pantalón, donde guardo la piedra. Hay un hueco terrible, sin historia el vacío se convierte en depresión, en falso halago, en vano desperdicio.

España va perdiendo su historia. El gusto por la literatura es subjetivo. A pesar de ello hay ciegos que descubren lo auténtico mejor que los ignorantes.

Corro hacia la piedra. Con ella determino, con ella puedo definir aquello que nunca será literatura.