lunes, 2 de marzo de 2015

La jaula blanca


La pequeña bombilla de la lámpara de mesa acompaña en silencio a la llama de la vela. Se crea un equilibrio que solo rompe el humo del tabaco cuando golpea las hojas del cuaderno marrón. Limpio las gafas. Bostezo de vez en cuando. En las últimas semanas he dormido poco: la Zambrano, Perdona la franqueza, la conferencia sobre Platón y lecturas. Me apasiona preparar en el caos las lecturas. Acudir siempre al centro desde el borde del eje.

La jaula blanca con un gorrión sobre el tomo sexto de las Obras Completas de María. Nada se mancha, ni siquiera la tapa brillante con ojos de alimento.

Muevo los anillos. El 13 era inicio, ahora acudo al 55. Levanto la cabeza y compruebo que Pérez Galdós sigue a la altura de la vista. Tomo la jaula blanca por el aro superior y traslado al pájaro de un lugar a otro.

Abro la puerta y el pájaro no sale, se acurruca en la base para seguir creyendo. Para seguir siendo pájaro.

Hoy el movimiento de sus alas ha apagado la llama de la vela. La pequeña bombilla sigue encendida. La virtud de la armonía radica en poder vislumbrarla, nunca en la obsesión por su grandeza.