viernes, 2 de enero de 2015

Humo




Fumo para mantener el olor del tabaco en la ropa de uso cotidiano. Es como un amor preexistente que diría la Zambrano. Y el perfume que desprende me hace cerrar los ojos. Siempre que recuerdo o leo a Antonio Machado viene a la mente las últimas horas de mi padre, pero sigo leyendo, prosigo con los versos del poeta y huelo a simulacro.

A veces imagino el olor literario de la celda de Miguel Hernández y Buero Vallejo. Y vuelve a presentarse el humo del tabaco, un humo blanco y en constante movimiento. Como la analogía de la línea de Platón: conjetura, creencia, pensamiento, intelecto.

Enciendo el cigarro con dos manos para evitar que el viento apague la llama, existen precedentes o propósitos. Intento reiniciar el acto de fumar con ironía, sin criterio, pero el humo aparece.

Soy un ser lleno de esperanza, un animal domesticado para fumar. Con condena y muerte. Ya firmé el contrato hace miles de años.