miércoles, 21 de mayo de 2014

Condena




Mientras suena Corelli recuerdo las palabras que escuchaba los lunes de Loreto. Acudía al instituto y ella me esperaba en un viejo banco de madera. Esa primera hora, incluido un café, nunca se hizo eterna. En clase se sentaba delante. Olía su cabello y a veces se volvía con una sonrisa que duraba un instante.

Hablábamos de vida, solo de vida. No existía nada más ajeno a los momentos.

Subo el volumen del tocadiscos para tener más presente a Corelli. Saúl me recrimina, está cansado hoy.

Llueve. El ruido insistente del agua en las tejas asusta a los insectos. Permanezco sentado en el sofá con Alianza y condena. Es curioso, alianza y condena.