miércoles, 26 de febrero de 2014

La vida por sí misma



Hay personas con las que me alimento. Tan solo su presencia y la respiración otorgan bendiciones. Aprendo, me disculpo y, cuando quiero escuchar, guardo silencio.

Esos seres resultan extraordinarios. Enseñan su paciencia y su agasajo. Sonríen y fijan la mirada en la mirada.

En cambio hay otros que rechazan la misma voluntad. Han premeditado su vida, han configurado los objetivos y trepan por el mundo sin criterio.

Una vez conocí a un matrimonio de este tipo. Él falleció de pena y ella de misterio.

La voluntad nunca puede con el entendimiento, acaso condiciona o maldice, pero no justifica la vida por sí misma.