miércoles, 20 de febrero de 2013

¡Bestias!




Y OCURRE que el deseo no posee la costumbre de sostener, ni es naturaleza, habita en la evidencia. Todo aquello que contemple el hombre bueno y sabio es una posibilidad de elegir, como una afirmación sin plenitud.

Así pasan los días en el centro, sucumbiendo ante el dolor y soportando con entereza a los poetas que dicen ser poetas y son no poetas. Cansado del engaño, incluso de aquellos que admiras pero que también son mentira, disfruto de la postura de la naturaleza y su conservación intuitiva. ¡Qué sabio es Sócrates! Acude con una bellota en el pico cada hora, en ese justo instante. Ya ha hecho un montón que comienza a ser la amenaza.

Mis hijos leen sin lectura, los hombres aman sin amor, los poetas se engalanan y se angustian sin poesía. He dado el último sorbo a Valle-Inclán. El cuerpo es flaqueza, repleto de enfermedades no consigue satisfacer ni a las introducciones aristotélicas. Frente a la casa que habita en la derecha, al lado del pilón, observo la compostura, el desdén, los tratados interrogativos de Sócrates, de Platón o de Parra. Todo es mentira, repito a la perfección moral. Y el placer es aflicción, y la virtud engaño.

¡Cómo odio lo diáfano y lo epicúreo! ¡Cómo odio a los no poetas! Aquellos que se forjaron el nombre promocionando premios, yemas de san Leandro y algún duque consorte. La felicidad nunca será proporcional a la grandeza, en todo caso, a la simpleza.

Hay un cuerpo sin alma que me visita en el centro, es una sombra azul, un ángel negro. Dice llamarse Pablo. Le grito con doctrina. No hay ausencia de dolor. Los no poetas son bestias.