sábado, 19 de enero de 2013

Puerto Real 1969



DON Nicanor acude al Cuaderno todos los días a la misma hora. Y a veces escribe unas palabras con un rudo matiz, sosteniendo el mundo con sus versos.

Frente a la estatua de Dante. Allí también respiro. Todo es consciencia, descubrimiento. Hay momentos estelares; la mayoría de aquellos que dicen ser poetas, los no poetas, pasan por la puerta del laberinto, recorren el centro indudable, sin saber dónde están, sin reconocerlo.

Miran el espejo y solo ven el reflejo del yomimeconmigo. No observan que Cicerón les espia. Él sostiene el marco que lo soporta. Todo es consciencia, veracidad, creación, silencio y soledad. Agradecimiento y educación.

Hay que dejar de ser para ser. Repito lo mismo desde 1983. Algunas veces pienso que en 1969 también respiraba el aire de la espontaneidad.

Frente a la estatua de Dante. Las obras del infierno entre las manos y la palabra callada. Lo inmediato es reconocimiento. Aquellos que no ven nunca observarán, es como el mediodía, si arrojas tus manos a la tierra hallarás la verdad. La felicidad es un invento de Cicerón. Bruto me comprende. La felicidad es mentira, como todo, como nada.

Aquel que puede justificar miente, quien desea falsifica. Los actos y las reflexiones agonizan. Nadie es perfecto. Pero ellos no están, nunca han sido. Dejaron de ser un tiempo. Un tiempo verdadero. Nunca llegarán al paraíso.


(1969)