El mayor problema de la
España actual es la ausencia de credibilidad en el sistema político, incluso en
la propia democracia ya inexistente. Y la negación de la monarquía
parlamentaria. La historia nos ha ubicado en un tiempo concreto, justo en el
instante donde observamos no lo creado sino lo destruido y desmantelado.
Se ha fabricado un sistema
afín y a la medida de la talla de la casta
política. Los impuestos, las ideologías, solo sirven para seguir manteniendo el
sistema que los habilita y los enriquece.
Los políticos fabrican las
leyes a medida, para sus intenciones y sus horizontes repletos de intereses
partidistas. La alta justicia, nunca será la más pura, está compuesta por
miembros de los partidos mayoritarios del estado.
Un político si no está
preparado debe formarse. Un político si posee un buen cargo, experiencia y
buena posición, ¿para qué se mete a político? La respuesta es evidente: dinero
fácil, corrupción, inmunidad y sueldos y sobresueldos de por vida. El político
aprueba la oposición del chollo.
No hay ningún político, de
esta casta, que no se salve de las
descripciones, ninguno. Y si lo hay no ha aparecido todavía.
Me sorprende la pasividad
española. Las redes sociales hacen ruido y consiguen poco, muy poco.
Necesitamos acción permanente. Pero sin miedo (tenemos miedo al castigo que nos
impone el sistema que los políticos han creado para eso, para que tengamos
miedo).
Lo que nos vendían como estado del bienestar disponía de puerta
trasera, comenzó entonces el estado de desmantelamiento del país.
El partido X es una
horterada, es otro partido que acabará como UPyD, dentro de la casta.
Las bases de los partidos
nunca han tenido sentido para sus líderes. Eran la masa que aplaudía, el humo
que todo lo inunda y que defiende hasta los últimos días a sus líderes. Las
bases de los partidos son seres humanos, ciudadanos de a pie extorsionados y
manipulados.
Ha muerto nuestro sistema,
ha muerto nuestra clase política por su propia ambición. Y agonizan
exprimiéndonos.
Salgamos a la calle, pero
para siempre, para no abandonar la calle hasta que en este país no quede ni un
solo político de los de la casta, que
son todos. Sus colores y logotipos son diferentes, sus líderes serán más feos o
bonitos, hablarán mejor o peor, pero todos se han puesto de acuerdo hace muchos
años, mientras construían nuestra democracia para su propio enriquecimiento.
Sin políticos seremos más
felices y estaremos más sanos, que lo es todo en la vida.