miércoles, 2 de enero de 2013

Bajo una dura estrella



HE acariciado los cabellos mientras dormías tendida en el sofá. He permanecido quieto. Miraba tu rostro y una nimiedad se convertía en historia desmedida. El ángel negro era testigo del amor a la sombra, mi caudillo fiable.

Válgame dormir tendido entre guirnaldas. De una elegía de Propercio. Fue en este autor donde descubrí la noche y las inclinaciones. La ruptura con el mundo exterior y el juramento. La sensibilidad y el verso enérgico. Lo leía como quien lee a las puertas del laberinto. Como quien rompe la máscara que se refleja en el espejo.

He probado de todos los venenos y ninguno sana los dolores humanos como este. Visité la Umbría para acercarme al sol y a la noche. Paseé por Perugia para ser inmortal.

Cayeron las cenizas, era una decisión, como una despedida. Casi una leyenda. Hubo excesos de vino, dueñas de mi persona y un molde que iba definiendo al poeta insensible.

Entonces, si tienes un momento para recordarme, / sabrás que vivo bajo una dura estrella. Así lo dijo Propercio y lo sostengo.