domingo, 30 de diciembre de 2012

Pasen y sean



LOS ignorantes, aquellos hacen listas o piden donativos. Simplemente han dejado de ser un tiempo. Lo hicieron hace mucho pero ocurre que los seguidores mantienen viva la llama. Cuando se acabe la leña se cerrará la puerta de la chimenea y dejaremos de ser otros para ser únicos. Y no estarán los ignorantes. ¡Menos mal! Morirán mucho antes por maléficos.

Se siguen empeñando los imbéciles en justificar la existencia de dios. Y dios, ese ser entrañable, poseía una capacidad en grado sumo, algo extraordinario. Él era un ser mágico. Se bebía los MM de dos en dos, amaba las pizzas y los conguitos.

Los cretinos no pueden aceptar esta interpretación. Hubieran hecho el gilipollas durante muchos años. Pero lo han hecho y nadie se ríe de ellos. Ni de Mahoma, de Buda, de aquellas personas (personas) con unas capacidades sobrenaturales (somos tan limitados). Simple y magistral.

Llego a la cuarta dimensión, al centro. Un instante. Pero paso de todo. Nada es lo que parece. En esta tarde de marzo mi hijo Jaime me lee el manuscrito original de Cadáveres y rosas. Tiene una doble dedicatoria: A la memoria de Loreto y para Guadalupe Grande. Así es. Poemas extensos. Aproveché uno en un libro, el resto es tan inmenso que permanece en los cuadernos marrones, ahora desgastados por la humedad de las mudanzas.

Hablo con dios, pero no con ese dios al que momifican, con el dios verdadero. Aquel que vivió conmigo y ponía la lavadora y leía a Parra. Veo su árbol que es su tumba. Todo es mentira para los otros.

Recuerdo que había miedo, y llanto. Recuerdo que todo era pequeño. Desde entonces permanezco en la puerta dando la bienvenida. Están ustedes invitados a la creación, al paraíso. Pasen y sean.