miércoles, 14 de noviembre de 2012

Violencia



LO de tener amigos violentos genera incertidumbre. Entras al laberinto, sales del laberinto, vuelves a entrar. ¡Qué difícil! ¡Es complicado! Apenas se percibe el calor o el frío. Es una situación desesperada. Dice Cervantes que el que lee mucho sabe mucho, aunque deba ponerme las gafas para atender cada una de las inclinaciones.

En el hospital recuerdo los momentos de la infancia. Pasan por la cabeza los años en la sastrería de Puerto Real, el paseo hasta el colegio del Santo Ángel, que si era de la guarda, el hermano visitador y las broncas en casa de unos padres poco afortunados.

Deseo alejar de la cabeza todo lo que huela a azotea. Moguer ha pasado a la historia. Es mala la política y peor la distracción. Entro en el laberinto, salgo del laberinto, vuelvo a entrar.

Mancho los pies de ese barro pegajoso que tiene la humedad. Permanecen en los zapatos restos de mirto. Lucrecia Donati me observa en silencio.

También dice Cervantes que quien anda mucho sabe mucho. Entro en el laberinto, salgo del laberinto, vuelvo a entrar.

El día de hoy ha resultado muy poco productivo. Solo he quemado tres libros, he roto dos cuadernos y he sacado de la chimenea a un pájaro moribundo.

La violencia genera indisciplina, odio. Por eso permanezco en silencio y en soledad. Entro en el laberinto, salgo del laberinto, vuelvo a entrar.