domingo, 21 de octubre de 2012

¡Voto a bríos!


SIEMPRE los inútiles acaban rodeando a los complacientes. Es la ley de la gravitación. Observas como vuelven a tu lado por más que los alejes. Vienen buscando algo, lo de ahora, lo de antes, lo del más allá. No son capaces de hacer círculos, realizan hemisferios. Sus palabras determinan la conjugación de verbos extinguidos. No son fuegos ni luz. Ni artilugios.

Esos seres se conformaban con tener balón, pelotas y la colección completa y muy manoseada del voto a bríos, Guerrero de Antifaz. Se han casado sin coche, sin mujer y sin dinero. Ellos que son artistas saben vivir en la mediocridad.

Cuando silbo por la calle, con las manos metidas en los bolsillos, los encuentro por todos lados. De izquierda a derecha y de norte a sur. No están en el sur verdadero. Son amortiguadores de la palabra. De la palabra nunca auténtica, de la simplicidad.

Logré abandonar su compañía en México, en el mercado de Sonora. Llevaba las fotos en el sobre y, mientras las agarraba con fuerza, todos se alejaron. No quedó nadie. Ni siquiera el siniestro acompañante que corría por Fray Servando Teresa de Mier.

Buscamos por todas partes lo infinito y encontramos cosas, reliquias. La compañía es un hecho sin forma, un accidente del pasado. La inutilidad de lo perfecto.