domingo, 7 de octubre de 2012

Grenoble y Natalie



LA joven Natalie R. permanecía sentada en el banco de la Plaza Verdun. Luego acudiríamos al teleférico, a observar la ciudad desde el aire, las montañas desde las burbujas. El cielo azul nos acompaña siempre.

La joven Natalie R. era bella. Pequeña y delgada, francesa. Necesitaba el cariño de ser escuchada en su idioma, la caricia comprometida y un poco de alimento.

Dice don Nicanor que me aleje de todos los poetas que hablan y reseñan libros de otros poetas. Aparta de tu vida aquello que no sea un artefacto verdadero. Y eso intento hacer. La mejor publicidad es el silencio, aunque los necios sigan dando cuenta de sí mismos en su interior ignorancia.

Pasan los días más lentos. Salimos por la Rue Haxo. Comienza a ponerse el sol. Suena el móvil mil veces. Pulso la tecla silencio otras tantas antes de llegar a Rue Champollion.

Me aparto de todo lo que huela a Coca Cola, a poesía. ¿Para qué? Todo es mentira. Tan falso como la propia Grenoble.