viernes, 12 de octubre de 2012

El fuego de la mentira


ESTA mañana comencé a quemar los libros. Antes los vendía para comprar tabaco, ahora intento dejar de fumar a la fuerza. Los libros malos arden muy deprisa, con la misma velocidad que su autor los difundió en su tiempo. ¿Un libro? Una llama, calor, ceniza, restos de papel que viajan con el viento hacia las circunstancias.

Esta mañana prendí fuego a las cajas con precinto, llamé a Chile y a Colombia y me avergoncé del Nobel chino y el europeo.

Llora la realidad. Todo sigue siendo mentira. Lo que se anuncia y lo que se confunde. Los mismos rostros de poetas, aquellos escritores que más que aportar dificultan el crecimiento de la esencia. ¡Qué falsedad! Nadie cree nada. 

Se llenarán las páginas de basura, y ensancharán de gusto los imbéciles. Las hojas las quemo, pero no las separo. Dejo que ardan juntas. A partir de ahora que engañen a otro, lo que recibo lo quemo. El fuego también es mentira.