lunes, 2 de abril de 2012

El laberinto de la tormenta


LA oscuridad de Parménides es la propia claridad del poema. Es la necesidad, la naturaleza como historia crítica. Tengo escritos unos números en un cuaderno marrón. La portada de ese cuaderno indica LVA en mayúsculas. Son las claves para entender La vida alrededor como la primera obra de Fábula.

Es la duda del Teeteto de Platón. La alegoría.

En este tiempo anochece antes. Las tardes son más frías y las nubes pasan más deprisa. La visita es efímera. En el Critias entendemos que hablar de los poetas es muy difícil.

He llamado a un joven poeta, inédito. Mandó hace unas semanas un libro que he leído. Llevo retraso pero son muchos los que diariamente envían. Lo he leído y me atrae, me gusta, me aprisiona. El joven autor posee ese poco de ti que va contigo. Tiene oficio.

La conversación ha sido corta. Me interesa publicarlo. No hay oscuridad en sus versos. Es la necesidad de Parménides en la naturaleza. No hay poema opaco ni están escritos en hexámetros.

Miro a la mesa y hay tres velas encendidas. Llevan toda la tarde ardiendo. El fuego es el espejo de la verdad y el misterio. La naturaleza de la confusión libre, el laberinto de la tormenta. Me acerco al comedor y soplo a las velas. Se apagan con el humo. El olor a cera aromática es intenso. Apenas huele a tabaco.

Con las manos agarro los cristales que soportan la cera. Arden. El calor es necesidad, es naturaleza. El joven poeta no pide nada a cambio, sus versos son buenos. Siempre se aprende de lo ajeno. Arrojo a la papelera los folios de un intento fallido. Vuelvo a leer los versos del joven poeta.

En la naturaleza la oscuridad es el misterio que nadie reconoce. El argumento que alguien intentó culminar. La verdad y sus sombras. La claridad del poema de Parménides. La analogía de JRJ. Los objetos estables, tus versos, los poemas. El valor de la razón de la palabra.