lunes, 6 de febrero de 2012


LAMPEDUSA admiraba a Stendhal. Era un apasionado de su obra o, mejor, un infortunado. Escribió muchas páginas sobre sus escritos, definió sus conceptos, hasta fue capaz de diferenciar su obra.

De Stendhal me interesa todo. Sus plagios iniciales, la admiración que profesaba a Napoleón, su madurez literaria.

Hoy me he acercado al árbol de dios y, como Stendhal, he realizado múltiples peticiones, a ver si me concede estos dones:


1. Que muera sin dolor, durante el sueño, acompañado de un ángel negro.

2. Poder cambiar las gafas de colores dos veces al año. En febrero y en junio.

3. Un poco de fortuna en los juegos de azar.

4. Poseer dinero para comprar tabaco o, en su efecto, libros malos de poemas para poder venderlos y así comprar tabaco.

5. Que vuelvan los anillos a los dedos.

6. Alimento y hambre para apreciarlo.

7. Alejar a las mujeres y los no iniciados de mi vida.

8. Vivir en una azotea perdida, donde escribir poemas o, mejor, se imaginan.

9. Estar rodeado de animales, de naturaleza, de sombras, de nubes.

10.  Morir en el centro del bosque.