jueves, 9 de febrero de 2012


CON la razón poética se encuentra el centro, entonces, si dejas de mirarme a mediodía aparece la auténtica, la verdadera, la única. Alejada de síntomas y nubes, de tierra y de mañanas. Es la razón de la palabra, la razón del verso, la razón del símbolo.

En ocasiones ni podemos hablar, de fondo el sonido de una guitarra, la voz de un profeta que regala todo cuanto le das. El ser humano pierde el centro si se aleja de la palabra, de la virtud. El método no es un camino, es una realidad. Un placer entre ámbitos, alguna inclinación. La razón es palabra si aparece el esplendor. Hay imágenes, señales que logras descifrar, visualizar simplemente con el oído. Es la razón de la palabra la que defiende Fábula.

El ser humano piensa, realiza, crea. Y con ello fabrica. Pero no todos pueden asimilar lo justo. Hay vendedores de humo que se han conformado con una simple expresión sin sufrimiento. Y el sufrimiento es vida, es palabra, es razón de la propia palabra.

Es una razón ágil, nada metafórica. Es real, se escucha. La palabra es concebida en obra y gracia, la creación es un presentimiento; el método es ilógico, desconcertante, un movimiento íntimo.

Con la razón de la palabra solo viven los justos, los bienaventurados, los que han abandonado su prisión para dejar de ser carne y convertirse entonces en imagen. Vuelvo a tener frío. Mucho frío. El lenguaje es la verdad y la palabra la única razón. La palabra es hallazgo, es el único hallazgo, la palabra poética, la razón o el misterio.

Hoy vuelve a hacerse tarde. El tiempo y la temperatura forman parte de la justificación del hombre. No preguntaré, ni temeré males algunos. La razón es palabra, la palabra es razón.

Vierto la última gota de alcohol en el vaso azul. Tiene tres cubos de hielos. Se ha acercado la araña. Leopardi y Rilke piden otro poco de más y un corazón de menos. Quema la palabra. Un resquicio de luz aparece en la noche estrellada, el tiempo conocido también será palabra, la razón de la palabra.