lunes, 26 de diciembre de 2011



LA libertad del vaso otorga compromiso. La mancha de carmín, el hielo derretido. Hoy en Londres una joven muy bella me ha ofrecido un abrazo. Ha ocurrido de pronto. Cerca de Regent’s Park. Paseaba por Titchfield Rd. La cena para dos. ¿Era Orrery o Fifteen? El puré de verduras, exquisito. No puedo tomar ave. Las nubes de postre han permanecido intactas.

Se ha empeñado Sharleen en que viaje a Escocia. Soy incapaz de comenzar un verso, ni una sola palabra. ¿Piedra, papel o tijera? Los centros de belleza han pedido un eslogan. Es la libertad. El compromiso. ¿En inglés?

Sigo liándome con Marylebone. Los taxistas me odian. Con la mitad de mi sueño podrás construir palabras. Con la otra mitad serás capaz de hacer un menú barato.

Espero a Jorge en Southampton. Debe llegar muy pronto. Recuerdo a Juan Ramón. En Moguer ahora olería a gloria, aquí a mazapán rancio.

Tengo todos los versos dentro de la alcancía. Guardados y revestidos de ceniza. ¿Qué haces aquí? Debes marcharte que llega el frío.

La libertad es un sentimiento de clarificación tan amplio, como el propio vaso. No creo que vaya a Escocia. Arrojaré los ojos dentro de la alcancía.