lunes, 31 de octubre de 2011

96 (Noventa y seis)



Días antes del fallecimiento de mi padre acudí en su compañía a Isla Cristina. Paseamos en barco, almorzamos juntos y hablamos todo lo que no habíamos conversado años atrás. Cuando la muerte toca en el hombro al ser humano su espíritu cambia, se vuelve vulnerable y hablador.

Me regaló un bastón de madera que conservo en el mueble, junto a los bastones que he ido adquiriendo con el tiempo y servirán de apoyo a mi cojera. Hoy tomo la vara entre las manos y cierro los ojos.

El bastón es feo, modesto, basto. He expulsado con él a los gatos que intentaban entrar en casa. Es una protección, el origen más afable de nuestra resistencia.

Mi padre me dijo que la amistad la descubriría a la hora de mi propia muerte. En la vida los que crees tus amigos se van alejando con el tiempo. Intentas preguntar, contradecir, buscar explicaciones a este hecho. No lo alcanzas a ver. Jamás.

Sócrates y el sentido común griego afirmaban que la amistad o afinidad (philìa) no es firme casi nunca. La reciprocidad no es un término aplicable al ser humano. Lo semejante nunca será arrebatador y acabará contrario.

Hemos confundido amistad, con deseo y con amor. Cambiamos, perdemos sensaciones, nadie sabe el futuro que le espera. La muerte no es un mito.

Vuelve a hacerse tarde. La naturaleza es indeterminación, belleza. El bastón es una de las cosas más excelentes que me han regalado. No dispone de azar, no entiende de literatura, ni de amistad. Es una madera harmoniosa. La ingenuidad de los objetos es la mejor de las virtudes, la justicia.

La admiración hacia el bastón es el nacimiento de la filosofía que enseñó mi padre, a la que sumo siempre la de Platón en el Epinomis: “Seguir siempre la misma ruta es una muestra de inteligencia”.

domingo, 30 de octubre de 2011

95 (Noventa y cinco)



Aunque en las últimas semanas mi cadera molesta más de lo normal, sigo recibiendo visitas. Ayer Francisco Imperial y Gómez Manrique acudieron a casa. Venían vestidos de antaño, con ese desconcierto en sus palabras pero con una lucidez fuera de lo normal, es la música del idioma, el sentido de la tradición.

En la vida hay que tener cuidado, atención y sobre todo generosidad. A los agradecidos se les recompensa, a los poco generosos se les inculca en el pecado.

Leo a Rilke, los Sonetos a Grete Gulbransson son bellos. Y la rosa superando a la propia rosa. Algo que olvida Antonio Pau es la descripción de la belleza de Grete. Su rostro triste y atractivo por encima de esa música del idioma.

Francisco, que es más listo que ágil, indica que el gracioso talle es sosegado. Se está haciendo tarde, está llegando el frío. Me asusté con la sombra de un gato. No lo ves, se hace tarde. Espera Diego Rivera. Entre el modernismo y el vanguardismo hay diferencias, las mismas que originan un gato y una tórtola turca.

Mientras hacemos fotos a los cuadros del pintor de Guanajuato, Abel no para de reconocer. En sí ya es un hecho. Los problemas no son actos, los cambio por un poco de suerte. ¿Y los tu grandes amigos?, indica Gómez Manrique. No tengo nada que responder, no puedo hacerlo.

El laberinto se cierra. Ha hecho falta determinar para descubrir. Los meses han servido de ejemplo. De ejemplo y de sabiduría, tengo que preguntar. Antes me interesaban las cosas de los otros, como meras anécdotas, curiosidad o caramelo. Ahora me entran por un oído y acaso, puedo asegurar, que ni entran. Si piensas todavía que te olvido, te siento aún más cerca.

Mi memoria escasea. No recuerdo los nombres de los generosos, ni de los agradecidos, ni de aquellos que creen que se han forjado un nombre. Si me llamas no sé quién eres, si me escribes no reconozco tu letra. Es una pena o tal vez un error. Abel siempre me dice que no sabe cuando hablo de veras o de broma. Y la verdad sí sé, chico, aprendí. Al final pude hacerlo, después de tantos años, un puñado de versos de Francisco o de Gómez, los óleos de Rivera y los ojos de Greta. La botella de Anís del Mono es una obra de arte, debo acatarlo.

Esta cadera me impide ya hasta sentarme en una silla normal. Francisco toma mi mano. Barrie sonríe. Me ha encantado la rosa desde el castillo de Duino.

sábado, 29 de octubre de 2011

Primeras imágenes en movimiento de JRJ



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94 (Noventa y cuatro)



Cuando se escribe algo nunca se hace considerando a los demás. No pienso en nadie, el término demás es demasía, y tanta gente junta cansa. No escribo para ser leído, ni siquiera para contradecir una opinión. Solo hay un desarrollo, un cúmulo de efectos que persisten, el revuelo de la golondrina en busca de su nido (que siempre es agitación), y recoger ideas como las hojas secas que pierden su dulzura.

No escribo para nadie. No quiero que me lean. Mil veces he tachado lo que podría haber sido. Lo que será no existe.

Leo lo que deseo leer. Hablo con mis pocos amigos y sobre todo escucho. Procuro ser cortés sin cortesía, amable sin ser afable, justo sin ser cabal.

El mundo me resbala, las personas me excitan (alegría o enojo), los pájaros me pierden. Miro con otros ojos, es la histeriagrafía.

Barrie, de vez en cuando, me hace feliz cuando repite que no existo. Es la mayor gratificación, mirarme en el espejo y encontrar una sombra que no deja pasar la luz ni la defensa.

Cuando escribo algo no quiero que nadie ni demás lo hagan suyo; lo mío es nada y ni siquiera es mío.

Si piensas que conoces, que percibes, te muestro mi agradecimiento que es virtud, y vuelvo a mirarme en el espejo. ¿Qué he hecho mal? Osados los que entienden pues serán ilegítimos. Sócrates en cambio sigue enfadado por el revuelo, la manifestación y el ruido. Y es que demás son muchos y lo abundante nunca es preciso.

Si consideras que sabes no me conoces. ¿Acaso importa de verdad? Desde luego nadie dice que nada se parece, y tú (el es el yo y es también el nosotros) no consideras.

viernes, 28 de octubre de 2011

93 (Noventa y tres)



Una golondrina muy rápida busca el nido que hizo hace semanas. Una vez y otra vez acude, se asoma y da vueltas. El jardinero lo destruyó una tarde de otoño, mientras venían las lluvias. Hay restos de huevos en el suelo. La golondrina reincide y hasta choca con el muro de cemento.

El pájaro persiste, lo intenta, no se cansa. Un pájaro es constante si la verdad que busca no es revuelo.

92 (Noventa y dos)






En la calle San Francisco he pasado delante de la casa que se está haciendo la muerte. En Moguer aún conservan los nombres las familias de antaño. Aquellas que se rigen por los términos, por las incomunicaciones. Pensamos que los congresos sirven para dormir caliente, comer y llevarse un dinero, hacer más gordo el currículum, salir en la prensa y decir tonterías.

Si te sientas delante de un pobre e ignorante catedrático, dejarás de ser tonto, conseguirás ser un poco más imbécil. He recordado hoy a don Francisco López Estrada. Desde que se marchó no se enseña filología en Sevilla, no hay literatura. Nadie ocupa su lugar. Solo pobres e ignorantes catedráticos.

JRJ decía que había diferencia entre el poeta auténtico y el poeta profesor. La misma que existe entre el catedrático de verdad y los fantasmas que acuden a la Real Academia de Buenas Letras con medalla y mantón de manila.

Con JRJ comienza la poesía moderna. Y su influencia es abismal, todos le copiaron, aunque lo hicieran mal.

Lo órfico y lo telúrico en su obra es más grande que en todo el 27 junto. El voltaje y la tensión que decía Pound. Sin esta emoción no hay poesía y JRJ estaba repleto de emoción.

Los pobres se agrupan, los ignorantes se unen, son incapaces de crear en soledad y silencio. Los incultos se reúnen. Los que tienden a funcionar en grupos nunca verán El padre matinal, la literatura es vida en soledad y silencio.

Fuentes de mi poesía, Fusión y confusión, y Mi mejor eco. La obra grande del autor de Espacio aún por descubrir.

Frente a la casa natal de Juan Ramón Jiménez Mantecón la muerte se construye otra casa, y ha respetado los lindes de la miseria.



jueves, 27 de octubre de 2011

91 (Noventa y uno)



En México los poetas son irregulares, como en todas partes. Nos llevamos sorpresas, ilusiones y pérdidas pulidas. Todos, seguidores o no del estridentismo, escriben de manera chirriante. No olvidemos que el ruido es un estruendo, una forma sincera de escribir poesía.

90 (Noventa)



Primero fueron los desvíos y después los matices. Nunca ocurrió al contrario. Debes caer para intentar subir. Abajo se ve el mundo de otra forma mucho más real y auténtica. Dejo la altura para los atareados, los que no paran de decir tonterías en Moguer. Si JRJ estuviera presente en el congreso seguro que no improvisaría. Siempre es el 27, un grupo artificial en nexo y en luz.

Es la parte inferior de nuestra literatura, la Atlántida de la poesía. ¿Dónde está? Unas referencias de Platón, una ubicación mitológica y un premio Nobel.

La irregularidad, el estridentismo, mero comportamiento. Aquí no se calla nadie. Ni ese gorrión que ahora resguarda su nido de la lluvia. Ni ese joven poeta que traslada su cocimiento a un vertido de cieno.

Nunca he pertenecido a un grupo, ni a un hemiciclo, he dicho no a los premios, no he lamido ni pasado la lengua por la frente de un nombre. He dicho no a la conformidad y sí al vaso de whisky, a las nubes y a los pájaros.

Los tres gatos que vienen a mi casa han encontrado en el porche tres platos con leche. Era leche migada. ¿Dónde están las generaciones? Solo veo degeneraciones de la poesía. Una historia de nuestra literatura que el tiempo va poniendo en su lugar.

Me hablan de alguien que hace años estaba en lo más alto de la ola. Ahora la ola muere en la orilla. El nombre es un abismo. Ni siquiera una insinuación.

Los nombres, como los residuos, son el estiércol de la poesía. ¿Y tu registro? ¿Dónde está tu registro?

miércoles, 26 de octubre de 2011

89 (Ochenta y nueve)



Dicen que diciembre es el mes más excesivo, violento, duro e insufrible. De los doce que contiene el año, es diciembre el que rescata fórmulas. Los eruditos, aquellos que hablan de forma insegura, los críticos modernos de la identidad, son a veces Sócrates, a veces Platón, y muchas veces Cármides.

Diotima en El Banquete pudo sustituir diciembre por abril, pero no lo hizo. Desde entonces los poetas son aneróticos.

Canal Sur en la exposición "Una aproximación al desconcierto" de Pámpano Vaca



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88 (Ochenta y ocho)



Nuestro mundo está triste. Falto de templanza, tendiendo hacia el vacío. Lo bello ya no es bueno, es verosímil.

El poeta nunca será un animal político aunque los clásicos pretendían acceder a él mediante esa fórmula. Utilizaron sus inclinaciones naturales, sus fundamentos, las leyes manifiestas. Decía G.L. que Ovidio fue la inspiración de Agustín de Hipona en muchas de sus declaraciones. Exactamente en todas aquellas en las que se ve, se aprueba y se empeora.

Las inclinaciones siempre son naturales. El término está relacionado con el de declinación de la física epicúrea. La inestabilidad del todo, el desconcierto. Los asuntos de los hombres no merecen consideración, aunque hay que tenerlos en cuenta. En cambio los asuntos de poetas merecen todo el respeto pero nunca serán tenidos presente.

El poeta es un títere platónico, pero su esencia debe ser tomada en serio. En el Filebo y en el Fedón existen contradicciones, pero ese hecho de contraerse nos reporta deseo, necesidad de sentido y de impulso.

Una inclinación es el amor a la originalidad, a los límites, al movimiento circular. La identidad del poeta pasa por la búsqueda de sus inclinaciones, repletas de matices. Eliminar los desvíos a través del desconcierto.

La admiración, el origen de la filosofía, es una forma de desconcierto. La poesía es identidad, matices (exactitud).

Hoy veo al mundo triste. Todos somos Eutidemo. Las calles están repletas de desvíos. Y un desvío es confusión. La confusión no es desconcierto, es vagar en la poesía.

martes, 25 de octubre de 2011

87 (Ochenta y siete)



Siempre es la noche, y en ella la palabra.

86 (Ochenta y seis)



Sin retilencia los hombres apenas se engrandecen. Fue Pitágoras el primer pensador que estableció un aspecto místico sobre las opiniones. El alma, como la poesía, suele ser inmortal en diciembre. Cuando la lluvia golpea el cristal y el frío lógico no se abstiene, se acerca, terminan de caer las últimas bellotas de las encinas y el mirto pierde su flor. Es entonces cuando habla el laberinto.

Cuando leas un libro debes adorarlo. Cuando escribas, sacrifica lo impuro. Apártate de los caminos que frecuentan los otros, camina en soledad por senderos hasta el centro del bosque, en silencio. Sigue la verdad, la pureza del verso y tu registro, evita los experimentos. Ayuda al poeta humilde, el que se cae, nunca al que siempre está en el suelo. No hables de poesía sin tu luz. Nunca superes al maestro, es imposible. Lo escrito siempre estará escrito. Alimenta a la naturaleza, ella te reportará esencia y lucidez. No creas nada extraño de los versos de otros, léelos sin más. Ni rías ni llores, lee y escribe. Evita a los hombres, acércate a los animales. No escribas con el corazón. Mira todos los días el cielo, las nubes y las estrellas. El mar reporta paz, el bosque prudencia y conocimiento.

Y así, un día, cuando tomes un libro de poemas entre las manos, piensa en una manifestación muy numerosa, como una asamblea sin el criterio exacto. Somos espectadores de la verdad. Y el tiempo, como la música, tendrá el poder del invierno en las tardes de diciembre.

lunes, 24 de octubre de 2011

85 (Ochenta y cinco)



El diario anónimo de Valente es lo mejor que he leído de Valente, incluso que su poesía. Las cosas aparecen en su justo momento, con su debida medida y con razón. Es ahí donde la palabra supera al entendimiento.

La palabra contiene inteligencia. Tuve que acudir en varias ocasiones a Dante y a Borges para poder dormir con equidad y hablar con propiedad. En ese diario anónimo existe una grandeza que Valente guardaba, era la incertidumbre. No aspiraba a conclusiones, tan solo a testimonios. Como en una cosmogonía personal, la idea separaba la realidad del vicio.

Suena Mozart. Habla Arquelao de las homeomerías. Es la noche la cumbre de la expresión del lenguaje, los primeros momentos empíricos (también pienso que simbólicos).

La “domadora de dioses” de Homero, es la noche anónima. Para Aristóteles es el primer término. Las cosas aparecen en su justo tiempo. Y el no ente existe igual que el propio ente. Origen de las cosas. Así la no noche existe al igual que la noche. Y nada es anónimo. Todo debe ser cambio, contrario, desconcierto. Por eso acudí a Dante y a Borges.

En el principio fue la noche, luego vino el diario, más tarde lo anónimo. La unidad mínima justifica los límites.

Pasa algo similar en la rutina. Todo es igual, nada está dividido. Observas fijamente las cosas, algunas andan lejos, otras cerca, pero todas están en la mente. Aunque el mundo se disperse haremos lo mismo mientras tengamos que hacer lo mismo.

La rutina es el vacío, pero también una derrota que llena el tiempo. El principio de las inclinaciones está representado por el desconcierto. Es el principio primario, aunque exista la rutina.

Valente ha escrito un diario anónimo. Ha manifestado su extraordinario conocimiento del misterio, pero el misterio no es existencia. El misterio no es alegoría, no es inclinación ni desconcierto.

domingo, 23 de octubre de 2011

84 (Ochenta y cuatro)



Por fin ha florecido el mirto. He esperado muchos meses con mimo y con deseo. Como en la poesía, el trabajo ha dado sus frutos. Las musas pueden aparecer pero no son verdaderas; engañan, condicionan, apetecen. La flor del mirto es bella, pequeña y directa. Cuando no se puede escribir se lee. ¡Hay tanto que leer! La corrección es creación, pura esencia. La musa es el perfume, el trabajo, y la corrección la existencia.


Vuelvo a la Custom. La he dejado unos meses. La creación es trabajo. La lectura es trabajo. La sombra de sus cuerdas sobre la mesa gris impide el castigo. Si la experiencia poética es la expresión del vacío, debemos llenar de algo la pura esencia. Una visita, una foto, un laberinto, en el centro del bosque. Todo parece cierto y nada es verdadero. Un sonido amargado y unas notas sin sueños. Es la fortuna de los atareados, la primera versión de un desconcierto.


Corro hasta el laberinto. Busco una entrada. Intento descubrir la diferencia que existe entre la esencia y la existencia, entre la alegoría y el mito. Junto a la encina grande están los gatos. En el tronco, se encuentra Platón. Tengo que buscar otra puerta que arroje los criterios. El registro aparece una vez en tu vida, y debes amarrarlo. A partir de ese momento, en ese justo instante, trabajas el registro como si fuera una esencia, el infierno de Dante. La consecuencia de ser y ser principio. Corro entre los listones y me pierdo. Así es la poesía. Lo que no ves no existe.


Un camino de árboles, similar a las jóvenes promesas, hace perdernos. Aparecen desvíos, quietud, falta la profundidad. ¡Tengo que salir! La dirección deja de ser un símbolo, se convierte en misterio.


Una edificación, moderna pero antigua, se presenta en el paso. Es la verificación, la hondura. El derecho a ser, por un momento, justo, equilibrado. Está trazada en líneas igual que las palabras de Valente. Palabras herméticas y justas. Pero solo palabras. La verdad del poeta se encuentra en su trabajo. Las palabras llegaron más tarde.


He pasado dos guerras. Aún me quedan miles. Palmeras, la bellota sobre la encina grande. Tengo el camino y no encuentro la puerta. Las fotos no me sirven. Sobre la mesa México, Barcelona, Madrid, Londres. La lucidez siempre es entendimiento. Hay voces y fantasmas, dicen que ha vuelto JRJ. Una tórtola turca se ha posado en el naranjo. Quiere llamar a sus compañeros. Nadie le sigue.



El aperitivo lo tomo con Barrie. Dice que hay una puerta. La boca de ese pozo nos acerca hasta el centro. El cielo es raso y remoto. No llueve. El pozo es luz, ingenuidad, paciencia. Es la creación de Dante, entendimiento. En el pozo los versos que no sirven se arrojan desde abajo. No debes sentir miedo, la caída es vacío, pero también victoria.


El segundo plato, el importante, lo recibo con Francisco Imperial y sus grandezas. El poeta es la suma de la mortalidad. Lo dice TRR. Lo dice con fundamento. Imperial sonríe. Atiende a las palabras de Tomás, mastica el alimento y deja sobras. ¿Hay que creer? ¿Hay que adornar? Se limita a señalar la boca del pilón, donde habita la rana. Es la entrada más pura. Debes cruzar el agua, la propia mortalidad, y vivir en el hueco. Ya dentro el laberinto es muy confuso. Verdadero y exacto. La suma del saber, querer, morir y rescatar. La destrucción nos habla del humor.





Hay un nuevo animal. Ha aparecido mientras tomaba el postre en la terraza. Despacio, con cautela, observó los peligros y las insinuaciones. Es un pájaro extravagante. Nunca le atendí antes. Dentro del laberinto los seres son extraños. El criterio, como las sombras, es la definición de tu registro. Si algún día hallares el tuyo propio agárralo con fuerza, no dejes que se marche. Aunque veas los caminos, el propio centro del bosque, es más importante que atiendas a sus súplicas. Ellas son la verdad y debes trabajarlas. Un día, otro día, diez mil días. Toda la vida buscando una verdad y al final te encuentras solo. Es la ley de las inclinaciones.


Dentro del confuso laberinto, las fotos nos engañan. El sombrero, la barba, el perfume en la carta, los niños a los que nunca quise. ¡Madre si me escucha, perdóneme! ¡Lo siento! Nada parece todo. La nada nunca existe.


Salgo del laberinto con Barrie y con Francisco. Ellos me han ayudado a encontrar la salida. El libro de Valente lo he dejado en el centro, bajo el libro de Dante. Veo el gran tronco marrón de esa encina que aporta bellotas puntiagudas. Al fondo de la escena está el espantapájaros con forma de girasol. Como en Libre de la tormenta, exactamente igual. El poeta trabaja, el poeta crea, el poeta realiza. Me encanta el olor de la flor del mirto. Han sido tantos meses, he esperado un tiempo y al final ha florecido.





Todas las instantáneas han sido realizadas en Siltolá.




© De las fotografías: Jasamaphoto, con la ayuda de Barrie y de Francisco Imperial.

sábado, 22 de octubre de 2011

Una aproximación al desconcierto (v.2.0)







Nota a la versión 2.0


La poesía es un arte en proceso de cambio y evolución permanente. Es necesaria la búsqueda de la pureza por medio del trabajo. Los hallazgos y los matices suelen aparecer con el transcurso del tiempo, y lo que para algunos es inseguridad, en otros es cualidad de corrección. Una acción y un efecto: la alteración y el cambio que llevan a lo libre y lo exento de desvíos.

Cuando los editores de SIM/Libros, Diego Vaya y Jaime Galbarro, comunicaron que la primera edición de Una aproximación al desconcierto (Abril de 2011) se iba a agotar y era necesaria la publicación de una segunda edición, incluí en el nuevo manuscrito todas las modificaciones que el libro había sufrido. De ahí surge Una aproximación al desconcierto (v. 2.0). Que este poemario sea leído como una continuación del anterior es un acto espontáneo. Gracias a todos los que lo habéis hecho posible.




Información y pedidos: simlibros@gmail.com

83 (Ochenta y tres)



No consigo recordar el justo instante del inicio de la disputa entre poesía y tragedia. Platón sobre un gran tronco y los animales escuchando sus réplicas. Era un gran desafío. La medida poética es expresión y comprensión. No hay hostilidad, aunque Platón se empeñe en el recelo.

La poesía no es rendimiento, es sustancia. La poesía no es jerarquía, es estabilidad.

Una propuesta siempre nos conduce a las pasiones y, con ellas, la verdad nos utiliza. Dentro del laberinto todo es mito. En el Eutidemo se define como complejo, pero es sabiduría. Nunca seremos Dédalo, en todo caso símbolo, alegoría. Heidegger estuvo muy cerca, sus ojos se nublaron en la obra de arte.

Fuera del laberinto aparece la ignorancia, y el arte a su servicio. Lo artístico es símbolo.

Platón sigue en el tronco de la encina. Los topos se han marchado. Miro la rosa que llevo en la mano. Se marchita por momentos. Corro hacia el pilón y la sumerjo. La rosa aguanta la respiración y se hace mito. La rosa es la sustancia.

Se ha empeñado Platón en que le atienda. Le he dicho que si soporta la serie Cartoons y dos declinaciones escucharé sus réplicas. En el tiempo que Mafalda se cruza con Betty en Kensington Park, en ese justo instante, cuando la poesía se hace tragedia, todos los animales han partido.

No consigo recordar, ni tampoco perder. Platón se ha levantado y marcha hacia la puerta.

viernes, 21 de octubre de 2011

82 (Ochenta y dos)



El aroma platónico apasiona. Dialogar es caminar sin desviarse, encontrar el matiz. La realidad no debe confundirse con la otra realidad.

La confusión es desviación. El matiz es inclinación. Desconcierto o atopia.

jueves, 20 de octubre de 2011

81 (Ochenta y uno)



¿Qué le pasa a la flor? Cuando riego su vida se hace enérgica, por la tarde decae, agacha la cabeza. Parece que ella llora. Entre la vigilia y el sueño hay un estado de trance permanente. Como el de esa flor al atardecer. Es una disposición de la inconsciencia. Nunca es una situación irreflexiva. Estamos en alerta pero el momento crítico es decisivo.

Así nació la mística. Al menos, lo que dicen los otros. Es una sensación irregular, fantástica. Puedes leer, tomar un libro entre las manos, acariciar su tapa, oler todas las letras, palpar un tacto efímero. En el fondo estás aunque no existas. Siempre da igual que alguien hable, sonría o recite unos versos. Tú tomas el cuaderno entre las manos, los sueños, el mar, la tierra. Una vida en volandas.

Y en esa situación de combustión lírica Sócrates descubre que la naturaleza debe ser cambiada por el diálogo, por la palabra simple y verdadera.

En Barcelona existe otra forma de entender la poesía mucho más sincera. Como una flor de mañana que amanece en estado de equidad y duerme en posición de abrigo. Los vocablos suelen ser reales. Las amistades menos peligrosas.

Hay que arriesgar, siempre hay que volar, dar mil vueltas a un único abismo al que nunca caes. Es nuestro laberinto. En el centro, sentado, con un puñado de fotos entre las manos, ves que la puerta se abre y la luz no se apaga.

He arrancado la flor sin esfuerzo. La mantengo en la mano. Está feliz, latente. Vive entre la vigilia y el sueño. Una voz de fondo dice que somos reflexivos. Y le contesto: ¿Somos humanos?

miércoles, 19 de octubre de 2011

80 (Ochenta)



No concibo la vida sin la confusión, el desconcierto. Durante los últimos cuatro años el miedo se ha apoderado de mi persona, casi pánico, pavor, temor, espanto, sobresaltos constantes. La Nada ha sido el todo.

Leer es una actividad más intelectual (que decía Borges), más resignada, más civil. Descubro que JRJ también hablaba de matices: Mi ilusión, primero subconciente, luego decidida, fue, siempre, hacer del español un andaluz perfecto, una lengua fundida, gustosa, esquisita, capaz de todas las modulaciones e inflexiones de las más sutiles lenguas, una lengua de matices. (JRJ).

La belleza es esa propiedad de las cosas que nos hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual; esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas, y se produce de un modo cabal y conforme a los principios estéticos, por imitación de la naturaleza o por intuición del espíritu. (Esta vez es Kierkegaard). Y me apuntan: “Seguro que sacado de Sócrates-Platón”.

¿No pensáis que debo tener miedo? ¿Que paso las noches veladas recitando a Novalis, a Hölderlin o Pound?

He cerrado la puerta. Doy dos vueltas a la llave, y aún así aparecen fantasmas, espectros de la nada.

Cierro los ojos y pienso en la cuna y la sepultura. No quiero dar más vueltas. Arrojo la moneda y siempre sale cruz. Esta es la gran putada de la literatura a la que me refiero cuando leo los poemas. Los humildes versos escritos en soledad y silencio.

De cuna salimos todos. Pequeños, encogidos, callados, herméticos. De sepultura morimos sin saber el presente, ni el pasado, ni el futuro. ¿Puedes hacer algo? Seguro que leer, observar, opinar.

Unos amigos me invitan a una torre, un castillo. Hacemos fotos. Sevilla de noche, sobre una pieza de ajedrez, es preciosa. Hay matices, desvíos, confusión, laberintos.

La cordura es sinónimo de esperanza. La humildad es sinceridad. Estar con nadie es ser un baúl vacío. Quieres estar a bien con todos y no encuentras tus miedos. No te atreves a decir que aquello es la nada. ¿Es vergüenza? Es la no literatura. El ¿qué pensarán? deja paso a las miserias. Eres un desdichado amigo, un auténtico farsante, un dialecto sin fonemas. Me he pasado buscando una vida entera y ahora descubro esto. ¿Qué diría Quevedo? Seguro que de cuna y sepultura.

martes, 18 de octubre de 2011

79 (Setenta y nueve)



Hay que enterrarse, hundir las manos, bajar y respirar. Hacia abajo, en el centro del bosque, solo hay silencio y soledad. La pausa es la abstención. La ausencia es la carencia voluntaria. Todo se debe hacer, nada puede quedarse.

Son diferencias entre Nada y la nada. Las bitácoras comenzaron enérgicas, sus autores disponían de un mundo nuevo que deseaban transmitir. Y ahora que pasa el tiempo, sin soledad ni silencio, se ha agotado la esencia que nunca llegó a existir.

Aquí abajo, manchado por la humedad de esta tierra, un topo me pregunta por Chesterton y Borges. Respondo Borges siempre. Otro lo hace sobre d’Ors y Colinas. Y digo que es Colinas una gran sinfonía, un coro polifónico, la lluvia de matices. Sobre Cercas, silencio; me quedo con Bolaño.

El oído se afina en soledad y silencio. Repleto de desvíos, de opiniones de amigos, de encuentros, coincidencias. La nada es un ruido. Nada es algo muy grande.

Escucha. ¿Oyes? Viene toda la orquesta. Es la pura armonía. Composición instrumental sin miedo.

Libremente, como en esa tormenta que pasó en madrugada, has elegido el camino de la no sinceridad. Pensar que la literatura prefiere vuestros actos es un error claro. La no definición. Yo respeto argumentos, decisiones, meditaciones a la luz de la luna. Pero la realidad es bien distinta, diferente. La vida. ¿Qué pensaría Aristóteles? ¿Y Sócrates? ¿Diría algo Nada?

Dicen que busque un poema muy bello, y otro, y otro. Son autores diferentes y también iguales. Uno del abuelo, otro de un burro y el último del diablo. Con los poemas delante nunca viene la música. ¿Belleza? Sí, pero sin pasión.

¿Pensaba Colinas en nosotros cuando escribió La tumba negra? Claro que no. Hacía literatura, solo puro arte.

Leer, siempre leer. Dejar la puerta abierta, las ventanas de par en par, los ojos claros. Y las manos encima de los muslos ahora que están cansadas de escarbar esta tierra. Respiramos, hay minúsculas formas que entran por la nariz. Pausa y abstención. Todo tiene su nombre y no debemos confundirnos. La nada y Nada.

"Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído" (Borges).

lunes, 17 de octubre de 2011

78 (Setenta y ocho)



Cuando entras en el laberinto descubres el significado de la expresión literatura. Nada es ajeno a ella. Nada nos pertenece. ¿Hay palabra más bella que la propia nada?

Dudo cada día más del contenido literario de las bitácoras. Los maestros de los cuadernos desconocen realmente la literatura. Su expresión, su significado, los estudios que existen sobre los autores. Es la interpretación errónea y conveniente lo que se aporta en los blogs.

Vivir como animales sin dejar de ser un animal, es algo así como el sufrimiento místico, la concienciación.

Un ser de extrarradio, que se consideraba autor, comenzó a promulgar teorías literarias. Sus fieles seguidores dejaban anotados comentarios magníficos. El ser se iba creciendo. Sus teorías tomaban forma en la cabeza.

Con el paso del tiempo dio origen a nuevas y poco creíbles hipótesis. El conocimiento especulativo nunca argumentaba la realidad.

No hay rigor en un cuaderno, como no lo hubo nunca fuera del laberinto. No salgamos de la confusión. Ella nos resucita.

domingo, 16 de octubre de 2011

77 (Setenta y siete)



Había un perro pequeño y blanco junto a la encina grande. La que tiene bellotas puntiagudas. Pensé por un momento que Snoopy visitaba la casa de las tejas rojas. Pero era más vulgar: no tenía orejas negras ni una máquina de escribir junto al cielo.

El perro se sentó bajo la sombra del árbol majestuoso. Lamía sus patas y cerraba los ojos. No llegué a hacerle caso. Cuando volví a entrar en casa escuché un susurro en sextinas, también en octavas reales. Era la voz de Enrique de Villena conversando con Francisco Imperial.

¿Qué le ha pasado al perro? A veces lo común deja de ser así y se convierte en grandeza, en descubrimiento.

Muy cerca de la encina, donde las plantas aromáticas invaden el espacio, se encuentra la entrada al laberinto. Solo observas la puerta. Tiene una buganvilla.

Dicen que el perro ha entrado en el laberinto. Hoy no voy a sacarlo. Ayer entraron los tres gatos pequeños y perdí mucho tiempo. Es impropio de las personas cultas perder su tiempo, sobre todo si lo que hay que salvar no tiene línea, ni tono, ni registro.

sábado, 15 de octubre de 2011

76 (Setenta y seis)



Dentro del laberinto hay que correr. Abandonar las curvas que aparecen en ángulos. Saludar a los pájaros, respirar nuestro verde. Dentro del laberinto no hay nombres ni personas. No secuestran virtudes los menos sabios.

Todos los ignorantes se centran siempre en torno a un indolente. Como en el laberinto las plantas. La sugestión nos cansa. Es la norma.

¿Y si viene la noche? Todo aparece oscuro y desolado. Silencio de animales y una gota de agua con fondo de palabras. La norma es la sustancia, la libertad. La norma es el verso.

En Tomares




viernes, 14 de octubre de 2011

75 (Setenta y cinco)



Quiero determinar la diferencia que existe entre lo bueno y lo malo. Lo aceptable y lo indecible. Intentan recriminar mis palabras y se consigue nada. Un sufrimiento que me ha tocado vivir simplemente. Los que, a vista de todos son intelectuales, no tienen ni idea. Lo concibo y lo determino. ¡Qué vergüenza!

No estoy equivocado. Lo sé. Ustedes fallan. Los mismos. Sí, ustedes. ¿Quiénes sois realmente? Un grupo marginal de nuestra literatura. Un conjunto de sombras equiparables a mis pájaros o a mis topos. Tal vez unos insectos.

Vuestra defensa es vuestro error. No hay fundamento. Ni siquiera poesía que determine el desconcierto. Nada parece nada.

Frente a mi antigua casa había un restaurante que no abría. El propietario consideraba que los vecinos no éramos capaces de entender el arte de sus platos. Cerró. No era el culpable, era el motivo. Un cúmulo de errores sobre un cristal roto y una copa vacía encima de la mesa. El vicio era la estancia. La vida, el misterio.

He tenido la oportunidad de mantener una conversación profunda con un poeta auténtico. Las palabras de Eliot o de Pound. Sus sentimientos.

No me pueden reñir, tal vez garantizar. Pero el origen del mundo radica en la existencia, y yo soy la presencia. Nunca la experiencia. Me cansan tanto los necios que serían capaces de amortizar, en cadena, los juegos de palabras de los no iniciados.

Enciendo la puerta y cierro la luz. La cruz es la constancia. La vida el origen. La mala educación se determina en los hechos, y los tuyos son eternos. Ya no me quieres como antes, pero no puedes hacerlo. Os odio. Os odio a todos. No hay mundo capaz de entenderme. Lo malo, es que yo no os entiendo, ni lo pretendo. No me interesa la vulgaridad. Eliot, Pound, Novalis, una pizca de Parra y mucho de otros que han sabido vivir.

miércoles, 12 de octubre de 2011

En Zaragoza





© de la fotografía: Olga Bernad

74 (Setenta y cuatro)



A veces tengo la impresión de que no existo. Nadie tiene poder para el silencio. Lo único que me hace feliz es ser fiel a un estilo, un registro único, una fórmula que desenmascare los trucos de magia que no existen. El triunfo es cuestión de tiempo, siempre de tiempo. Nuestras tumbas leerán vuestros versos antiguos, y ellas poseerán flores naturales o de plástico. ¡Hay tanto plástico dentro de los cementerios!

Unas palabras de un escritor afamado y coherente, que existe, me han hecho sonrojar. He sido Eutidemo acorralado por Sócrates. Es la refutación dialéctica. ¿Incoherencias, lenguajes, diálogos? Gorgias siente vergüenza y mis versos pasión.

Todo vuelve a suceder. Jorge prepara su viaje a Londres justo en el mismo momento que van a comenzar a inflar el muñeco de nieve en Kensington Park. Y los agradecimientos los rebajo a los personajes representantes de la más nimia ignorancia.

Sigo sin existir, sin figurar. Respondo a quien deseo responder y contesto lo que no quiero oír. Estoy cansado de volar. Recuerdo a Félix R. una vez y otra vez. Era un gran tipo. Los dibujos de Pablo sobre la serie Cartoons son orgullosos y fuertes, magníficos. Me han propuesto una vida que deseo recomenzar.

Un registro es una intuición. Una certeza que aparece en las noches de diciembre y nunca ha salido de verdad. Pido cena para dos. Los desvíos permanecen ocultos con el frío. Los matices se han marchado de continente.

He roto tres cuadernos y he tomado a Platón entre las manos. Los pájaros están en la ventana. Mi miedo es mi sueño. El hambre es el frío.

He mandado a Barrie a hacer unas fotos magníficas del muñeco. En Londres oscurece antes. Lo dice José Manuel. La invitación al lago permanece en palabras.

Sé que viviremos juntos, espero que no sea tan tarde. Debes disculpar mi ignorancia y mi soberbia. Dormiré viendo la nieve otra vez. El plástico de los poemas hace que vuelva mi alergia. Valente me aburre. La experiencia me cansa. ¡No saben comer!




© de la fotografía: Barrie

martes, 11 de octubre de 2011

73 (Setenta y tres)





Se ha empeñado Lord Chamberlain en hacer unas fotos del vicio. Mientras leía el poema, el odio de su rostro se ha tornado imprevisible. El humo del cigarrillo le ha puesto nervioso. Con la cámara en mano ha realizado unas instantáneas fugaces. Sobre la mesa no estaba el vicio, estaba la virtud. Se confunden los términos. Lo mismo ocurre en la poesía, es su grandeza. Cada cual puede leer lo que desea leer, aunque en el fondo el autor ha creado existencias. Las opiniones vertidas sobre lo que acompleja es efímero. Siempre resultó así.

La poesía es tan grande que se confunden las cuentas del pasado con los actos del presente. El poeta es un vividor, de hecho. Su lírica es existencia, y todos los recursos se ponen a su servicio. La experiencia no existe. Nunca ha pervivido. Es la existencia la que nos va llevando por los caminos hasta el centro del bosque.

No hay dos vidas iguales, siquiera semejantes. Como los verdes del campo, los tonos se confunden con el sol, el reflejo, las sombras y la noche. Vivimos para ser, pero somos por vivir.

¿Quién tiene cuentas pendientes? ¿Se han saldado las deudas? Sin ello es imposible vivir. El vicio es el negocio de los necios, la servilleta manchada de carmín junto al mantel de hule.

Nadie es capaz de herir. Hace novillos a unos versos que podrían haber sido y existieron. Pero nunca resultaron experiencia. A este lado de la vida solo hago caso a las teorías de Lord Chamberlain. Él era un noble.

Han cambiado los tiempos. El diálogo es experimentación. La palabra es justicia. ¿Hay maldad? Hay envidia. A Colinas no lo leen los necios y ha escrito muchos de los mejores versos del pasado siglo. Pero es que cuesta entender. Lo mismo dice Lord Chamberlain. Encima de la mesa no está el vicio, se encuentra la paciencia.




© de las fotografías: Jasamaphoto

lunes, 10 de octubre de 2011

72 (Setenta y dos)



La traducción de Gabriel Insausti de los Poemas de guerra de Wilfred Owen (1893-1918) es genial. Mantiene el prólogo de Siegfried Sassoon de 1920, y esos versos a modo de epitafio:

Busqué siempre el valor, pero encontré el misterio.
Busqué siempre el saber, pero encontré el dominio.


Owen descubrió otra forma de vida, le impactaron sus vivencias e hicieron que sus ojos observaran el mundo de manera diferente.

Olvidé invitar a los sapos y a las ranas a la lectura de los poemas de don Nicanor. Ellos han aparecido solos. Una rana verde ha subido por los ladrillos de la fachada hasta las tejas. Dice que allí el tono se percibe con valor, con misterio, con saber, con dominio.




© Jasamaphoto


Mientras leía los versos de Artefactos (1972), dos gatos se peleaban en la silla. Allí tenía el libro de la BAC Los filósofos antiguos (1974) de Clemente Fernández. El fino papel biblia rosado había sido utilizado como arma arrojadiza, como artefactos. Logré apartar a los gatos pero habían destruido algunas páginas.

De la 208 paso a la 217. De la República (596b-596e) damos un salto al Fedro (245c-246b).

He buscado el valor en los versos. En la poesía encontré el universo entero y todo el proceso de generación. Siempre he utilizado una misma línea que sirviera de guía, un registro del que -en algunas ocasiones- no he podido salir. Intenté ser artesano, operario, contrario e invisible.

El cielo entero, la noche y las nubes, han sido testigos del interés. El resultado es el comienzo, exclusivamente el comienzo. Buscaba el saber y encontraba el misterio. La necesidad de escribir es una ley, un ejercicio corporal repleto de riqueza. Permitidme que lo siga intentando. Todas las demás cosas no interesan, la poesía es la sustancia primera, la definición de hombre.

Desde el tejado la rana dice que siga leyendo a don Nicanor. Ha venido a buscar el misterio y ha encontrado un fantasma.

domingo, 9 de octubre de 2011

71 (Setenta y uno)



Apúntelo en la cuenta de mi madre. Esa era la expresión que repetía de pequeño para poder tomar prestado algunas chuches en la tienda. Y lo que resultaba gratuito acababa costando una eternidad. Apúntelo en el poema de don Nicanor. Y ese verso quedaba siempre anclado en un calor de sombras y de vida.

He convocado una reunión urgente de animales. He llamado –a voces- a los pájaros, los insectos, los roedores, los felinos, los cánidos. Deben acudir todos. He vuelto a preparar el porche de la piscina para ello.

Vamos a tomar las poesías completas de Nicanor Parra y leeremos los versos sin parar. Estemos el tiempo que estemos. Como si es una eternidad.

Lo eterno y lo inmutable no resulta temporal. Ni espacial. Han caído los frutos del árbol de dios. Ha dado el visto bueno. Y Platón va a redactar un nuevo diálogo sofista. El Nicanorias.

No pararemos ni siquiera de noche. En el silencio la voz se funde en las estrellas.

La eternidad no conoce deseos, vive en la noche.

sábado, 8 de octubre de 2011

70 (Setenta)



He almorzado con Barrie. Hemos pedido platos sugestivos y fáciles. Hablamos de poesía, de letras, de cultura. Cuando le hincaba el diente a un gran trozo de carne, recibió una llamada. Era Woolf, Virginia presumía de sus ojos tan tristes, de la tez apagada, de su cuello elegante.

Levantó la cabeza de forma majestuosa y dijo: “Hoy día el autor joven que posea destreza en los moldes clásicos en poesía será considerado como una gran promesa. Lo mismo da que lo diga G.M. o C. XVIII. Así nos encontramos a figuras de acierto –nunca de desconcierto- como R. O., C. J., E. M. o L. M.”.

Si la Woolf levantará de verdad la cabeza la agacharía tan pronto como el mismísimo Barrie.

James Matthew, al que siempre llamo Jaime –en honor a mi hijo-, habla de la generación de bronce, no de plata. Estamos en el peor momento de la poesía española contemporánea, digan lo que digan. Aunque lo digan ellos. ¿Y quién son ellos realmente?

Don Nicanor no dice nada. Está enfermo, muy enfermo. Debo reconocer que he tenido esa ilusión óptica de alivio ante la Literatura. Pero estos suecos son fríos, como lo son los versos de concesión del Nobel de Tomas Tranströmer. Don Nicanor llega a su última etapa, y no reconocerán la calidez de su obra.

Dicen que el frío conserva y el calor mata. ¡Estemos todos muertos! Se prefiere el hermetismo a la templanza y la libertad.

Descanse usted en paz. Don Nicanor deje de leer basura y céntrese en lo suyo, que es lo de todos. Los fantasmas vendrán de madrugada y debe estar preparado. Hoy he sentido rabia, su voz agonizante era mucho más rica que la de todos los nórdicos juntos.

Barrie ha pedido postre. No ha tenido bastante con los platos y deseaba una terminación acorde al almuerzo. He invitado a café a Virginia ante la atenta mirada de las jóvenes promesas que en un momento de la conversación han preguntado: “¿Y este Jaime, es tu hijo?”.

viernes, 7 de octubre de 2011

69 (Sesenta y nueve)



La diferencia del norte y del sur es muy grande. Mientras subes respiras libertad, sentimientos y esencia. No hay fronteras, existen intuiciones. Un amigo, poeta de verdad, me pregunta sobre las múltiples opiniones vertidas recientemente sobre R.O. ¿Son todas de verdad? Algunos poemas dignos justifican un libro, pero queda mucho. Se nota su formación, sus lecturas, su oficio, pero falta algo, aquello que no se puede definir y se denomina tiempo. Y en la poesía el tiempo es el espacio existente en lo creíble y lo asumible.

Debemos esperar. No hay que hacer que nadie se crea nada. A más de uno en nuestra historia, joven promesa lírica, se le ha condenado de tantos halagos. Y el autor ha sido incapaz de superarlo. Alabar las virtudes de manera extrema es publicar la esquela por anticipado.

Hace unas semanas, otro poeta de verdad escribía un correo donde afirmaba que la poesía de R.O. no la había escrito R.O. Dudo mucho de esta afirmación pero entendía el contexto utilizado. En una cena reciente, mientras algunos ignorantes –siempre hay ignorantes en el sur- definían la poesía de este autor, otro mucho más inteligente la desmontaba. Y no estaba solo.

Sin tiempo no hay poesía. Decía Platón que la naturaleza es aquello que no puede ser de otra manera. Mientras que la costumbre es diferente en las distintas culturas. Pero tanto en la naturaleza como en la costumbre siempre hay tiempo. Y no lo utilizamos para valorar, vivimos en un presente y todos somos Gorgias.

Lo verdadero y lo falso lo debemos conocer, pero además realizar, hacer, justificar. Los libros no se leen, se desmenuzan. Y eso es cuestión de tiempo.

jueves, 6 de octubre de 2011

68 (Sesenta y ocho)



Ahora que estamos aquí debemos decidir si esta es la distancia que existe entre la verdad y el misterio. Un pájaro muy torpe ha caído en la chimenea, y cuando he abierto la puerta estaba medio muerto.

La mitad nunca será la perfección del todo. Medio muerto es igual a medio vivo, y la virtud, como la esencia, suelen ser equidistantes.

Si leo las iniciales que aparecen en la camiseta que llevas me sorprendes. Una impresión que resulta algo violenta. No dices que me quieres, solo que te vuelves loca como aquellas mujeres que JRJ enamoró de rabia.

Toco las sombras, suelen dejarse a las horas concretas, los momentos del arte. Una persona muy alta, con la boca muy grande, me habla de rebeldía. Recuerdo aquellos años de Madrid. Los momentos en los que Luis Rosales apuraba el último aliento de la resurrección.

Se hace de noche. O.B. junto a A.C. Y a la vez F.S. le dice a J.J.O. que Zaragoza tiene ese hálito de grandeza. Es Pepito que no deja de hablar de Goytisolo. ¿O tal vez era Berta? Me confunden los fantasmas. En la tele todo se ve de forma diferente. Una chica muy cursi arremete mis gafas contra la libertad. Y yo, sin sombras, no soy un ser humano.

Te vi llegar de noche. Pediste que dedicara un libro de poemas a tu persona. El desconcierto tenía barbas. Se marchó como el aire, dejando ese olor impuro de los astros. El misticismo es misterio, es arbitrariedad.

Tomo Faltan palabras en el diccionario entre las manos y me arrastra una vergüenza que es maravilla. Abel, si hubieras visto la cara que posee lo sensible. En Zaragoza todos son sensibles.

Toco el cielo con la mano izquierda. La derecha la dejo para los aparejos. Ahora que estamos juntos debes decir lo cierto. La verdad. La mentira. Lo oculto y necesario. Lo justo. No entenderás el arte si no vienes conmigo.

La cajera de un banco muy famoso ha lanzado un piropo. Lo ha hecho con reverberación. La pasión es lo mismo que el arte. Y el arte es la palabra. Sin palabra no hay llanto.

Como se desmontó a JLGM y a AT. En tres horas. Pero se desmoronaron todas y cada una de las imágenes que salían de la verdad. No soy quien para determinar la segunda, la primera o la tercera.

Tus labios buscan la maravilla. Los míos no están en mi rostro. El poema es la conjugación de lo prohibido. Miro al cielo. Mi casa es mi paciencia, mi destino. Si pudiera, me suicidaría por JRJ pero no debo. Tengo una corte de sabios en Zaragoza que dicen que no hable. El silencio vuelve a destrozar las imágenes de la distancia.

Con la pala de oficio, he recogido al pájaro de la chimenea. Lo he metido en la bolsa de basura. Está muerto. Sus ojos me han manchado el alma. ¡Qué rebelde es esta vida! Y tu boca, ¡tu boca!

miércoles, 5 de octubre de 2011

"Faltan palabras en el diccionario (Poemas escogidos 1983-2011)"










Faltan palabras en el diccionario (Poemas escogidos 1983-2011)
Libros del Aire
Colección Poesía, nº 1
Madrid, 2011


142 páginas.
ISBN Nº: 978-84-938154-9-3


Pedidos: fsaenz@librosdelaire.com




NOTA A LA EDICIÓN

Una selección de poemas debe ser breve. Un puñado escaso
de cada libro y una conjunción superior que dignifique el tono
común. Ampliarla siempre es un error. Hay versos que, con
el paso del tiempo, se desvanecen en la espesura del bosque.
Y aunque entremos a rescatarlos nunca hallaremos el ritmo
propio y el equilibrio armónico.
Recoge este libro una muestra o selección de los poemas
aparecidos en Motivos (1983), Derrota y muerte a los héroes (1988),
El violín mojado (1991), Introducción y detalles (1991), Última
cordura (1993), La muerte oculta (1996) y Una aproximación al
desconcierto (2011). La aparición de este último poemario, tras
un período de quince años sin publicar poesía, ha supuesto
una larga y silenciosa reflexión acerca de la literatura y sobre
el proceso creativo.
Se incluyen además poemas inéditos de un libro en preparación,
por lo que en la obra está representado un periodo
que abarca desde 1983 hasta 2011.
Ha resultado muy complicado seleccionar los poemas de
El violín mojado (1991), ya que se trata de un largo y extenso
libro correlativo y unitario. La lectura de sus versos puede servir
de acercamiento. Derrota y muerte a los héroes (1988) conserva
tres de los cuatro poemas que bajo ese título aparecieron en
la revista valenciana Abalorio.
Faltan palabras en el diccionario es un verso de Nicanor
Parra. Esa ausencia de términos y excedencia de palabras
no hubieran sido posibles sin el apoyo de tantos amigos que
desde 1983 han leído mi obra y han vertido opiniones sobre
ella. Gracias a todos.
He suprimido dedicatorias y citas que se conservan en las
ediciones iniciales de las obras.

Sevilla, abril de 2011.




Web de la editorial: AQUÍ.

domingo, 2 de octubre de 2011

67 (Sesenta y siete)



Los matices son el origen primero. Sin ellos todo está repleto de desvíos. Debes apartarlos uno a uno, y ser consciente de sus errores. Así las manifestaciones de la inteligencia permanecerán claras y puras, limpias. Todo comienzo tiene un proceso. A partir de aquí -descubrir los matices- existe un inicio muy complicado, sin espacio ni tiempo. El matiz es un mito repleto de energía.

Los que eran más antiguos que nosotros pensaban que la naturaleza disponía de recursos para sobrevivir. Y el verso, ese conjunto de excelencias, manifiesta lo contrario. Es a través del verso como se sobrevive. Aunque el verso sea naturaleza conjunta en todas sus intenciones. Un carácter divino, heroico, mágico. Se interpretan los acontecimientos, la esencia se hace palabra, y cada ser vuelca su disposición.

Dice Barrie que hay tres gatos junto a la ventana. Son félidos pequeños. Uno marrón, otro negro y el último posee de una gran mancha blanca en el pecho.

Me arrimo a los gatos. Pasan entre mis piernas. Sus colas rozan el pantalón. Se llevan los desvíos. Desaparece lo negativo para dejar paso al mito, a la propia naturaleza de las cosas, a las manifestaciones de la inteligencia, el origen primero.

sábado, 1 de octubre de 2011

66 (Sesenta y seis)



La histeriagrafía es la consecución del verso en el cuaderno. Se debe hacer con esa templanza propia del desconcierto. Sus registros son diferentes: líricos, pasionales, sociales y religiosos. Si la histeriagrafía no dispone de dimensión política se enriquecen los otros.

Eché tanto en falta una cultura propia del registro primero. Por ejemplo, ¿dónde estaba Eliade?, ¿y Cioran? A veces se menciona a Pessoa para dejar constancia del propio aprendizaje. Lo mismo se hace con Lorca y con Cernuda. Y la conducta postiza es desconocimiento.

Ayer creía que era Sebastian o Hechter en Bucarest. Marginado, incomprendido, humillado. Las privaciones las reservaba para los días de gloria, aunque el único honor está en el silencio. Así aprendí a soportar la tormenta y la incontinencia. Cuando escuchaba veleidades recordaba a Unamuno y a Valéry. Me hacía pasar por Kafka o por un emigrado Márai.

No puede existir la crítica burguesa sin mediocres. Escondía la cabeza entre las manos y deseaba volver junto a los pájaros, las sombras. Cuando cerraba los ojos pensaba en las arañas. Hasta esa que me espera junto a la cama y desea buenas noches de madrugada, poseía en esta pasada oscuridad su propio registro, su dimensión, su arquitectura.

Una montaña de tierra se levantaba en el romero. Era un topo, el topo, es Thomas Mann. Conducía su camino hasta la raíz de la planta para alimentarse.

Llueve. Se puede creer lo que no ves. No olvides los aromas de la tierra tan húmeda. Se acercan a Galdós, a Cervantes, a JRJ. Siempre a JRJ.

Prefiero un libro a una conversación. Un diario a una disputa. Unos versos a una llamada de teléfono. A Platón por encima de los propios registros, él es la dimensión primera, la pura geometría.