lunes, 22 de agosto de 2011

24 (Veinticuatro)



Vamos cerrando el círculo. Dentro del laberinto todo se ve de forma diferente. En el centro del bosque la lluvia apenas condiciona, un olor majestuoso sube desde la tierra hacia las ramas, las hojas. Hay una niebla falsa que evita ver mis pies. Es el olor a ciencia, una gran confusión.

Lo verde es ya marrón y lo marrón es verde. No debemos seguir manifestando gracias, hay que entrar en materia, encender el cigarro, consumir la última gota de licor de este vaso amarillo, despedir a los necios que vienen sin llamarlos, vender todos los libros que nunca aportan nada. Elegir. Hay que ser tronco de palmera. Permanecer erguido, seguro, transparente.

Dejemos de llamar promesas a los tercos. Dejemos de perder el tiempo con los imprudentes. Los faltos de razón nunca dirán nada, ellos serán la nada. Y en poesía, que es un arte, la belleza es un círculo cerrado.

He consultado a Barrie si el amor es tan grande como lo es su bigote, y respondió con una frase de Thomas Hardy. En Londres mis paseos por Kensington los realizo con Barrie, y con las sombras de la familia Llewelyn Davies. ¡Son tan inteligentes!

Llueve. Las nubes han gritado con fortificación. Barrie y Meredith se esconden tras un arce muy alto. He dejado de verlos. Los rostros son las sombras. No caigas en la trampa. El engaño es una luz que se enciende y se apaga. Nos atrae, es ilegal, incierto. La literatura actual es una gran mentira, aluden los hábitos, no expresan realidades. Aléjate de ellas. Apártate de ellos.

Los poetas de hoy son niebla, bruma majestuosa. Confusión y oscuridad. Mentira. Cerremos nuestro círculo. Dentro del laberinto hay luz, dimensión, distancia. Es mediodía.