domingo, 17 de julio de 2011

Sesenta y tres



Durante mis años de retiro no promulgué ningún edicto. Los dejé para luego, para más tarde. Son los últimos momentos de nuestra vida. He bajado a la playa y he subido al instante. Era una ordinariez: las personas, los tristes, los niños, las mujeres. Todo era arena, sin vida ni pasión.

Durante mis años de retiro eludí toda conversación ajena a los principios de los actos. La poesía permanecía guardada en los cajones, las reacciones, los versos. Hoy me han llamado de lejos, me piden un poema que va a ser traducido. He dudado si enviarle a Tintín o a Mafalda. Busco otro mundo mejor que este pero para eso debo dejar este que tanto me aprisiona.

Durante mis años de retiro nunca tenté a Satanás, hoy en cambio he recibido una carta suya. Una carta larguísima. Me ha faltado tu beso para poder leerla. He dejado el sobre en el mueble de la entrada. Ha sido sin querer. Quiero dejarlo todo a un lado y centrarme en mi histeriagrafía. Pero sigo varado en la orilla que es mi vida.

No debo decir nada más. He invitado a la nada a compartir conmigo unos días. No quiero seguir viviendo de esta forma, con estos señores de asedio y acoso. Me marcho. Volveré algún día. Mi corazón se apaga.

Durante mis años de retiro fui feliz y armónico. El tono me seguía por las calles. Ahora en cambio todo es nada, y la nada es suficiente.