domingo, 26 de junio de 2011

Ochenta y tres



He recordado el limbo de versos de Pilar Pardo en la tarde de hoy. Disponer de un espacio cerrado pero abierto donde tienen cabida todos nuestros matices debe ser algo grande. Es por eso que desde hace muchos meses creé mi propio limbo, un círculo cerrado que busca la alianza.

Dicen unos amigos que mi poesía no cambia, que mantengo en el tono el mismo desconcierto. Y debe ser así. Después de descubrir el centro del bosque –o parque- a través de la Teoría de las Inclinaciones, y de encontrarme en él, debo adentrarme en la tierra. Busco por tanto la histeriagrafía.

Por encima de dios están los versos. La histeriagrafía es el acto de redimir las culpas propias y ajenas mediante el verso. Las inclinaciones son tres: la poesía por encima del mismísimo dios, la poesía por encima del amor, y la música y la literatura unidas en el arte.

Hoy mi limbo me llena. Es algo inusual. “Dos gorriones ciegos se acercan a la orilla/ con arena en los picos/ se dicen que se quieren”. “Los vanidosos sueñan con hacer la colada./ Eso de ilusionar las prendas con la mano/ les resulta atractivo”. “Acaba de llamar un ángel negro a casa,/ quiere venderme libros de poesía”.

Leo La vida nos conoce, de Salvago. Incluye un libro inédito Nada importa nada (son veintidós poemas). Está acertado Juan Bonilla en el prólogo, también en la selección. Salvago escribe para llegar al silencio, a su isla. No es un poeta maldito, bendito tal vez.

He visto lo que quiero. No busco nada más. Lo que queda de vida lo voy a dedicar a esta alianza. Guste o no a mí me satisface, es una perfección. Moriré sin leer los libros que debiera, apenas conseguiré enterrarme en el centro del bosque, dispondré de matices que nunca se harán públicos. La meta es obstinada. Descubro esa verdad.

No hace falta buscar palabras tan herméticas, ni siquiera experimentar con formas en desuso. Cuando leo algo nuevo que parece tan rico siento pena. La palabra, la simple expresión de todos los días, esa que mencionamos, conocemos, amamos. Ahí está el secreto. ¿Crees realmente que lo complicado llega? Tengamos la palabra en paz.

Retórica, lo mínimo. Expresión, es talento. Busca lo fácil, no te desesperes. Hay un limbo de versos que espera conexión, el pacto, la belleza. No hace falta forzar. Acabarás dormido y, como ese ángel negro, venderás malos libros a las puerta de casa.