domingo, 15 de mayo de 2011

Diez



Cuanto más necesitas a la persona que quieres, menos posibilidades tienes de acceder a ella. Es la ley de la vida. Se organizó con las caderas destrozadas, y la cabeza quedó en la despensa. O alguien miente o esto está muy mal hecho. A uno le entran ganas de esconderse otros veinte años. Pero de verdad. Esta vez sin responder a nadie y, ni siquiera, enviar un triste email.

He aprendido mucho de Enrique y de José Manuel. Más de lo que creía en un primer momento. Pero menos de ella. Se tiene que forjar un futuro (aunque sea incierto), y debe garantizarse el pan que todo lo otorga.

La vida siempre se presta a este concierto. Nunca acaba en desencanto. Y por más que recomiendes ese poemario no acabo de entenderlo, no me dice nada. Resulta que las pretensiones dejan de ser precisas y se convierten en ley de género. Una verdad es un municipio sin alcalde. En él reina la dicha.

Decirme que soy tu pesadilla ha dejado de ser definitivo. Mira, las tonterías debes dejarlas en casa. Y sobre ellas añades las tostadas. Un poco de mermelada y nada más.

He pasado la noche mirando el móvil a ver si había suerte. Y he quemado el dedo pulsando la tecla roja. Lo apagaba, lo encendía. Lo tocaba, lo dejaba. Estamos muy cansados. Así no iremos a ninguna parte. Hay una coalición que es imprecisa. Y están muy equivocados. Tú también. Ya no lo olvides.

Hace mucho calor. No tengo gato. La tortuga ha escapado por la ranura que existe entre tu vida y tu mentira. Tus últimas actuaciones han sido una mera justificación. Y lo he entendido. El pan es mucho pan. Y vivir con un poeta, un poco triste y medio loco, te depara un futuro de cierto menosprecio.

Quédate con lo dicho. Tus palabras de ayer son miseria en los labios. Esos que un día besé creyendo que te amaba. Pero fue un espejismo. Ahora no voy a consentir ni la nostalgia. Cuanto más claro lo tenía viéndote caminar por el pasillo, menos pan como. Y su fermentación nos comunica. Un mosquito fugaz se planta entre las piernas. Es un insecto frágil. Si en la dedicatoria he puesto libertad es lo que quiero.

No tienes libertad, vives en la miseria, muy acatadamente, y escuchando palabras que no debes escuchar. No apagues el teléfono. Hoy te van a llamar. Te dirán que te quieren. Es una falsa, pero como viene con pan, tú te lo crees.

Necesito libertad. Es lo que tú no tienes. Poder escoger nuestro destino y marchar esta tarde y para nunca. Hoy me siento engañado. La poesía no ha podido con la suerte. Por más que recomiendes, no tienes ni puñetera idea de lírica. Te mueven las amistades, y el amiguismo, si es lírico es tan falso como el peine que usas.

Debo decirte adiós. No puedo ver tu rostro como ahora. Si pido que te marches, pensarás en el pan. La harina hierve. Te he querido infinito y he recibido cuatro. Una pena. Y el libro no lo quiero. Tú te puedes marchar. Adiós. Mujer. Poesía. Debo hacer una llamada a Chile.