martes, 29 de marzo de 2011

Colinas, Duque y El libro de la pira



El libro de Antonio Colinas es una delicia, y gana muchos enteros con la edición de Francisco Aroca. La selección que ha hecho Abel de Aquilino Duque, es majestuosa. Un poeta es enorme cuando selecciona pocos poemas de sus libros, y el resultado es la propia elección natural. Hay que reconocer que la grandeza de un libro se limita a un puñado (escaso) de poemas. Y eso se ha conseguido con la obra de Duque.

Leo a Tomás R.R. y algo que él denomina El libro de la pira. Y desde luego hay mucho seleccionable, muchísimo. Es cuestión de tiempo, y es cuestión de trabajo. De mucho trabajo.

Con varios de los poemarios que he publicado como editor no estoy satisfecho (y como autor ni hablemos). No. Debo recibir el libro, leerlo, y si gusta mucho, esperar dos o tres años (lo ideal son cinco). Volver a leerlo y entonces tomar la decisión más acertada. Eso es lo que se debe hacer. Claro, últimamente quien me envía un libro recibe esta explicación y me manda al carajo. Menos mal que en España hay salud editorial: hay cangrejos, pistoleros, ultramarinos, cartoneros... Una delicia de ediciones exclusivas que llegarán al fondo del abismo.

Con la poesía pasa igual que con la amistad. Conoces a alguien que te cae bien, comienzas ese proceso amigable, y cuando pasan cuatro meses te aporta menos que las inversiones en lotería del estado. Debes conocerlo, y esperar cinco años para saber si verdaderamente la amistad es relativa o absurda.

A la pira, hay que mandar casi todo (he dicho casi todo) a la pira. Por favor el libro de T.R.R. no. O hacerse amigo de los poemas y meter en un cajón cinco años a los amigos, para ver si realmente han criado malvas.