sábado, 11 de diciembre de 2010

The Face (ochenta y seis) (Tercera Inclinación)



A la segunda va la vencida. Tres tonos y una respuesta. La misma voz, el mismo espíritu, una atmósfera que incluso traspasa la línea telefónica. He hablado con José Cala, con Pepe. El último bohemio. Un par de minutos para retroceder al pasado y emplazarnos la semana que viene. Un lujo. Nuestra conversación será secreta. Así se ha acordado. Tan guardada como un ofrecimiento. He sentido alegría, pero al rato, había miedo.

Envío un mensaje a Jorge y le felicito. Están de enhorabuena. Recibo algunas llamadas que no logro responder. No llego a tiempo al teléfono. Las que dejan mensaje pueden ser contestadas. El número vacío se pierde. Y entre ellos el tuyo. Después me envías un email para justificarte.

Me han dicho que has llamado pero lo supe tarde. Al leer tu correo. Hija, entre el olvido y el amor hay una distancia inmensa. La misma que existe desde el pasillo hasta mi despacho. Siempre llego en el momento equivocado. Es un sino. O un vuelo. ¿Me recuerdas? ¿Y mis abrazos llegaron lejos? Todo suena a olvidar.

No me importan las minucias, ni los secretos. La puñetera conversación ajena me resbala. A estas alturas he conseguido pasar de todo el mundo. He ganado algo. Bastante. Me quedé sin Venecia. Lo siento. Pero Pablo estará, debe estar.

He perdido un libro. He buscado por todas partes. Al final creo que quedó en Londres. Nicanor Parra debe calentar Hyde Park. Está muy frío. Por si acaso no recuerdas mis abrazos te envío un beso de madrugada. Las cosas que pasan se acaban como la mirada. Ahora no llego, no puedo.

Solicitaba la comida en un garito de Marylebone. A veces la arrojaba a la tristeza. ¡Qué ruido! Esto ya no se lleva. Los rostros pálidos son lamentables. Las personas de ojos tristes, aunque sonrían. Los caraduras. Los impresentables. Me rodean. Pero a ninguno de ellos otorgué un abrazo nunca. Mejor olvido ese pasado tan efímero. Personas que no son personas. Me tomo un café para olvidar.

No me atrevo a responder a tu correo y te llamo. Vuelve a llamar Manu. ¡Es acojonante! Me hablas llorando. Siempre llego en el momento equivocado. Necesitas un abrazo y estoy a miles de kilómetros de esa necesidad. Los obstáculos del alma se antojan en un mapa. Recuerdo la gabardina de Pepe Cala. Sus gafas. Su rostro. Principios de los noventa. Gli ostacoli del cuore.