jueves, 11 de noviembre de 2010

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Decía una vez un poeta que la verdadera historia del hombre solía esconderse en los más ocultos cimientos de la naturaleza. Y ese hombre, y poeta, no entendía para nada de filosofía.

Ocurre que la verdad nunca será establecida, ya que nos limitamos a creer que siempre llevamos razón, y lo que hacemos, decimos o escribimos es cierto y riguroso.

Nada es más falso que la propia condición. El hombre no existe, es una mera evidencia. Hay que mirar más allá, con los ojos de la certeza.