sábado, 27 de noviembre de 2010

The Face (setenta y ocho) (Tercera Inclinación)



He preguntado a Susana si el día de grabación de la canción número cuatro estaba un poco resfriada. Y acerté. Tenía la voz tomada. Cuando comienza la querencia. Son las 04:40 horas. ¡Hija, qué ojos más bellos tienes! Tomo una pinta en un pub y alguien se acerca. Pide que recite un poema de Colinas. Como ofrecía libertad acudí a Sepulcro en Tarquinia (1975). Y no fallé. Es imposible hacerlo. ¡Menos mal que no pidió un poema de Gamoneda!

Ya me queda poco o nada. Intento olvidarlo todo, y pedir disculpas. No hay forma. Siguen quedando rastros en la luz. Y por el cristal del cuarto inglés el reflejo es querencia. He recibido un libro de Enrique. Le he llamado. Estaba recitando. La dedicatoria es muy amplia. Define una condición generosa, cuando todo es más corto. Mucho más escaso. Las definiciones de personas abundantes me causan congojo, por no decir otra cosa. Tengo muchas ganas de leerlo. Pero he de acabar los niños. Molestias de última hora acrecientan el trabajo. Le acabo de decir a los artistas y compañeros, que el homenaje que nos vamos a pegar será eterno. Eterno e inmutable. Y en Londres o en Sevilla. Da igual. Hay que hacer fotos de Londres para otro secreto compartido de querencia.

Manu es acojonante. Menudo compañero de armas. ¡Qué maravilla! Nadie salvo él es capaz de descifrarla. La lucha es inmensa, pero vivimos en el cielo. Han sido ya cuarenta y seis años en el infierno para poder llegar ahora. A veces imagino la luz sobre esa cubierta de Chatoyant Press.

Me aburre escuchar las palabras de los necios. Y sobre todo, cuando la luz se marcha, me queda la pena. El soplo de aire compartido. La rosa que dejé sobre la alfombra roja. Lo siento. Cada vez que intento arreglar las cosas, lo siento.

Las calles están repletas de personas. Me encanta como se viste en Londres. La despreocupación es un concierto de viento. Corelli se hubiera venido a vivir aquí.

Debo leer el libro de Enrique. He terminado la quinta versión de los niños. Pablo tiene más trabajo. Ya me queda poco. Y esa luz, esa luz en el cielo intenta decir algo que nunca entenderé. Lo siento.