miércoles, 17 de noviembre de 2010

The Face (sesenta y nueve) (Tercera Inclinación)



Lo lírico es eterno. Ironía de principios. Hay personas que por más que lo intentan no logran comprender, no llegan. No es limitación, es realidad. Si un día tenemos que elegir entre Eliot, Leopardi o Juan Ramón, no basta con decidir un nombre al azar, un mero nombre o resultado. La solución está en no escoger. Cada uno posee una compilación de factores en torno al principio lírico.

¡Qué dineral se gastan las administraciones en publicaciones de lo absurdo! Acaban amontonadas en los sótanos y en los despachos. Quieren hacer el bien y ejecutan putadas literarias. He recibido muchas de ellas. Magnificencias que no valoran las librerías de viejos. No dan ni para tabaco.

Pero aparecen las prisas, las prisas líricas. Todos desean publicar. Y ahora, quieren hacerlo pronto. ¿Eso es eternidad? Rosales miraba a María sobre las gafas. Miraba lo que podía. Una sombra, un impulso, un deseo. María sonreía y acariciaba a Luis. Nunca olvidaré la grandeza de los actos compartidos en un pequeño instante. Y no existían las prisas, ni las sugestiones. Una pureza que contenía cianuro positivo.

Escribir poesía es como viajar en barco con rumbo desconocido. Las cartas son los sentimientos. Un verso hacia estribor y la popa culea. Vamos por buen camino. No queremos llegar. No existe el tiempo.

En las últimas semanas paseo más de la cuenta. Intento despedirme de todo lo que he sido y también, de lo que he podido ser. Digo adiós a las personas que ocuparon mi vida en los últimos años. Y a veces las justificaciones son absurdas pero no deseo dar explicaciones. Y lo lírico vuelve a ser eterno.

Dicen que mi hija cada día me quiere más. La observo y veo un comienzo, un principio de cariño. Somos tradicionales. Pero faltan palabras en el diccionario. Las páginas se llenan de espuma y el mal tiempo arroja el agua del mar contra mi rostro. Dejo las gafas y cierro los ojos. No hay miedo. Lo que podría haber sido está siendo presente.

Nunca he tenido disposición para las grandes empresas. Ni ostentaciones, ni grandezas. Enciendo el último pitillo de la noche y paso frío. Un golpe de aire apaga la chimenea. Lo lírico es eterno.