martes, 9 de noviembre de 2010

The Face (sesenta y cinco) (Tercera Inclinación)



Viajo a Barcelona otra vez. Esa ciudad me tiene fascinado. Llevo Una educación sentimental de Vázquez Montalbán para ir abriendo boca. Releo sus versos con pausa. Con el silencio justo de la medida. Todo tiene su tiempo pero algunos libros no se acaban nunca. Abel me ha dicho algo muy bonito de Luis Rosales por teléfono. He recordado una cita en El violín mojado (1991) del poeta encendido.

Hay palabras que no se acaban nunca. Hay poemas que siempre permanecen. Y Choco ladra cada vez que acudo a su casa. Me asusta. Begoña tiene que amarrarlo. ¡Pobrecillo! No hace nada. Ya es una rutina. Viene Menéndez y hay que atar a Choco.

Miro al perro de vez en cuando y murmullo unos versos. Dicen que hay animales que poseen un sexto sentido, que agudizan el oído, o el olfato o la vista. Algunos poetas deberían agudizar el ingenio. Y leer más a Quevedo. Por poner un ejemplo. Y escribir en servilletas de papel.

Se ha terminado la selección completa del primer premio. Hay diez. Han quedado diez. El jurado ya podrá leer las diez obras con pausa. Con el mismo efecto recorrido en los últimos meses.

La diferencia entre amistad y cariño radica en la cantidad de cosas que uno desconoce del otro. Y así deseo aprender más. Mirándote a los ojos. Face to face. Y sin inclinaciones. Desde luego puede parecer atrevimiento, pero no me corto. Corro hacia el encuentro como Choco lo hubiera hecho conmigo. ¡Siempre estás de viaje! Llevas toda la vida cantando, viajando y sufriendo. Y así estamos solos.

Quiero recibir clases de educación. De educación sentimental. A ver si se pega algo. Y que conste, que sé mucho más de ti de que lo crees.