jueves, 14 de octubre de 2010

The Face (cuarenta y cinco) (Tercera Inclinación)



La verdad no aparece. La verdad nos oculta. Me acerco tanto que lleno de caspa los pantalones azul marino. Debes utilizar un champú de esos, eficaz como la verdad, dañino como la mentira.

Van pasando los días entre libros y recuerdos. Todo se hace recuerdo en estas fechas. Nada puede con el recuerdo. Aunque el mundo no entienda sus propias miserias no dejo de reír. De todos y de todo. Es tan vulgar la vida como un verso de Catulo.

Os empeñáis en dar cuenta, en buscar soluciones, en hablar para manchar lo poco que queda de nostalgia. Criticar es fácil pero no entender se complica. Y vais de un lado a otro buscando esas soluciones que nunca existieron. Debéis parar, ¡ya está bien! Pero es imposible. Cada persona es de una manera distinta a como debe ser en realidad. Y no hay verdad en vosotros.

Duele saber que no entendéis, que no queréis hacerlo. Os limitáis al ejercicio más simple del mundo, a la vulgaridad, al compadreo. Odio la simpleza y el interés.

Después de pasar un buen rato con los versos de García Baena sigue sin aparecer la verdad. Y veo vuestros rostros. La sonrisa aparente es llanto interior. Un poema que nunca acabará en un verso. Se os cae la caspa. Y mancháis.

Ayer, concretamente ayer, intentaron darme varias lecciones. Lecciones de mentira y falsedad. Pero no promocioné. Nunca asumí el cúmulo de despropósitos. Sigo riendo. De todos y de todo. La vida es ese poema que nunca hemos escrito. Y no podemos escribir sin estar muerto.

La sangre es roja como tus mofletes. Y no puedo descuidar nada. Lo contrario sería inseguridad. Tomar decisiones poco importantes nos llevan a la paz. Y la paz es verdad. Y la paz es recuerdo.