miércoles, 29 de septiembre de 2010

The Face (cuarenta y dos) (Tercera Inclinación)



No me gusta escuchar. Pero hoy tocaba escuchar. Mejor, tenía que elegir. Entre una conferencia de Machado, la presentación de un libro de viajes o centrarme en la tauromaquia. Y al final decidí escuchar a Machado. Enrique fue muy ameno ante un público que tomaba notas.

No se debe escuchar. No siquiera oír. A veces ocurre que la educación determina tu grado de escucha. Pero ya he comprendido que en esta vida no se puede ser educado. No llegas a ningún sitio. Acaban llenándote la cabeza de cosas indeseables y al final, estallas.

Si eliges escuchar debes atenerte a las circunstancias. Las consecuencias pueden ser drásticas. Y eso te ocurre por ser educado. Intentas quedar bien con todos, sonreír, y acabas sentado en un sillón con cara de gilipollas.

Hay que mandar al carajo a quien se debe mandar al carajo. Hay que colgar el teléfono y no hacer caso a las impertinencias. ¿No habéis descubierto nunca que lo que escuchas nunca es real? La conveniencia establece la irrealidad, a su imagen y semejanza. Siempre. No existe nada más absurdo que oír lo que no se puede escuchar.

Ayer Machado me cautivó. Pero no escuchaba. Asimilaba conceptos y determinaba situaciones de la vida del poeta dignas de una película. Ahora que Lope está en la gran pantalla, la vida de Antonio también da para un largo.

Imagino a la joven Leonor Izquierdo del brazo de Antonio. Hombre serio, que nunca escuchó. Descubrió muy joven que oír lo que no se debe escuchar no le llevaría a ninguna parte. Y así fue. Estableció su vida en base a un fundamento. Pero eso será otro día.

Ahora voy a sonreír. Mandaré al carajo a cuatro o cinco, y colgaré el móvil trescientas veces, las mismas que nos llevan a no escuchar.