miércoles, 14 de abril de 2010

Cadión (Elogio de la Irreverencia XI)






He mantenido a la hora de la siesta una conversación con dios de lo más provechosa. Se ha enterado de todo porque dice que agradece los ejemplos. Tiene estilo deseado y deseante.

Existe una diferencia entre tener estilo y disponer de su ausencia. Hoy día el estilo se convierte en elemento indispensable de comunicación, y en todas sus vertientes.

Esta mañana estaba en La Línea, y al tomar el diario Europa Sur, leí con detenimiento la columna, con estilo, de García-Máiquez. Volvía a hacer referencia a “Más virutas de Taller”, de Miguel D’Ors. Quien tenga la fortuna de leer el libro, se dará cuenta que D’Ors, es un hombre con estilo. Y digo hombre a propósito.

El artículo no tenía desperdicio. Volvía a la carga de Chesterton, presente en el estilo del columnista. Tal vez, para redondear, debería decirle al grupo Joly que le cambie la foto por otra con más estilo.

Otro que derrocha estilo en su presencia es Juan Bonilla. Tiene tanto estilo que en su último poemario elimina las notas biobibliográficas. ¿Existe más estilo que eso?

En cambio, si nos encontramos en el lado opuesto, abundan los intelectuales desagradecidos y tristes. Total, su escritura es fiel reflejo del alma, como le digo a dios de vez en cuando.

Esta mañana no he calculado bien el tiempo. Llegué a la conferencia que tenía que impartir en La Línea casi dos horas antes. Sin ello no hubiera leído el artículo, ni en la prensa hubiera visto la foto de Bonilla junto a la noticia de "Elogio del Desierto".