domingo, 23 de agosto de 2009

Contrarios: bien y mal



Mientras Nadie conversaba con Satanás en el Infierno se acordó que el Universo es la lucha de los contrarios, del bien y del mal. Por tanto el bien y el mal se funden en la vida, en nuestro ser.

Satanás y Dios son la misma persona, son las dos caras del mismo ente, son la misma esencia diferenciada.

Cada uno vemos la cara que queremos ver, que elegimos libremente, de acuerdo con las circunstancias. Pero Nadie vio las dos caras del mismo ser. Por un lado sintió su rostro de escalofrío, y por otro la paz.

Paz y escalofrío unidos, y esa unidad provoca el desengaño.

La ley del Universo, una de sus leyes determina la contrariedad, la lucha de los contrarios. Entonces cabe pensar que si existe la suma de todos los bienes, el máximo bien propio e infinito, existe también la suma de todos los males.

Aunque eso no implica que en la suma de los bienes esté inmersa la suma de los males, de todos los males.

Dios no es una persona, es un ente difícilmente comprensible. Las dimensiones y categorías del hombre limitan la comprensión del propio Dios, del ente, de Satanás. El hombre sólo puede actuar por actos de fe.

El objetivo que Luzbel se había propuesto con Nadie era el de engañar. Y así cuando lo ha conseguido lo castiga con la vida eterna, con la no muerte, con la vida en la muerte o muerte en vida.

Nadie había perdido su propia esencia.


20 comentarios:

Joaquín dijo...

Me he perdido, Javier. Aunque alguna verdad capto, en lo que leo. Las teologías (hablar y hablar de dios, o de lo divino) son una forma de engaño. Habrá que pensar que no podemos hablar de lo que no vemos. Pero meterse a teólogo es la forma más directa de perderse.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Tal vez nos hallamos, Joaquín. No hay intención de teologar, sino de alogar.

Lo curioso de esto es abandonar los actos de fe, por actos de realidades.

Un fuerte abrazo.

Joaquín dijo...

Por eso San Pablo dice que la caridad (el amor) es superior a cualquier otra virtud. Teresa de Lisieux parece que en sus últimos días perdió la fe (¡qué cosa más tremenda, decirlo así!), pero no el amor, que es lo que salva.

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Siempre salva el amor, aunque no se posea.

Máximo Silencio dijo...

Creo que lo capto, pero por primera vez discrepo... -Esta idea de "Dios y el demonio; bien y mal" un mismo ente, es muy poco occidental y muy oriental por tanto.

No me gusta la teología en los comentarios, aunque tu entrada da mucho que hablar.

Saludos Javier.

Juanma dijo...

Vaya entrada densa, Javier, llevas un agosto inspiradísimo.

Me queda una duda (bueno, escribo una elegida del millón): dices que elegimos libremente de acuerdo con las circunstancias. ¿No es eso una contradicción? Y, por otra parte, ¿es posible, acaso, elegir libremente siquiera una vez?

Un fuerte abrazo.

Liliana G. dijo...

Queda demostrado que Nadie, por antonomasia, es el menos indicado para hablar de Dios y del demonio, del bien y del mal, puesto que no tiene identidad real y sólo es la duda, que en sentido figurado, cree en lo increíble del ser.

Si por ley universal los contrarios luchan entre sí, pues bien haría Nadie en luchar contra Todo, pues allí seguramente encontrará su esencia y podrá expandirse como ente, si es que lo logra.

Cariños desde este invierno hacia ese verano que por lo visto, te tiene con las neuronas a full.

MarianGardi dijo...

Javier, podemos especular mucho o alogar y no sacar nada a la luz, continuar siempre en la oscuridad, porque el intelecto del hombre con su racionalismo a ultranza es incapaz de comprender lo que no puede ser asimilado por la razon especulativa.
Dios, Demonio y Lucifer, es una Trinidad de Elohines o divinidades, si logramos salir de la dualidad, ya sòlo nos queda Uno y en Èl, la Unidad.

Estas muy aplicado ultimamente y esto es señal de tus reflexiones, acertadas o equivocadas, buena señal!!
Besos

Capitán dijo...

Diria que Nadie lucha con Todos.

Un fuerte abrazo

Vicky Cateura dijo...

No he entendido apenas nada, no me importa reconocerlo.
Sin embargo tu escrito me lleva a pensar en la atracción de los opuestos, y en como se complementan entre si, sin el bien no existiria el mal y viceversa, sin vida no hay muerte, lo que me lleva a preguntar ¿Qué es la vida?.. es algo más que respirar?.. Lo dije, no entendí nada.
Besos

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

Puede que seamos lo que somos y lo que no somos también. Demonios, dioses,ángeles, hadas,duendes, sumisos, tiranos, asesinos.... o quizás seamos la nada. Esa que llena el vacío que no exite,esa que por "ser" "nada" ya "es" "algo"
¿o quizás una "realidad" de "irrealidades" o el sueño de una mente imaginativa.....podemos seguir y seguir y seguir y no podremos negar ni afirmar. Quizás sea éste el equilibrio.... entre negar o afirmar.
Ahora tan solo me interesa lo que soy en éste instante. Sin mas.
besos y amor
je

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Antonio, si discrepas es bueno, aceptado.

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Juanma, todo lo que hacemos y elegimos se hace libremente, ¿acaso tu elección manifiesta la existencia de dios?

La contradicción es eso, amigo, no hay forma de explicarla.

El bien y el mal unidos, sin nostalgia, por actos de fe.

Menuda jungla que nos meten...

Un abrazo.

Pd. La contradicción viene de antiguo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Liliana, Nadie tiene su arte, con perdón, lo demás es eterno mientras dura.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Marian, yo lo tengo claro, solo sé que no sé nada.

Saludos.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Capitán, Nadie lucha con y contra el propio Nadie.

Saludos.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

I Am, sabes más que Nadie.

Un abrazo.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Ese es el equilibrio Sede, y respeto tus ideas plenamente.

Saludos.

Olga Bernad dijo...

Que no. El bien es el bien y el mal es el mal. Y hay que elegir. Cada uno veremos la cara que queramos, pero eso no es elegir, eso es otra cosa.

No me quites cuatro certezas, que es lo único que tengo.
En fin, un beso, Javier.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Lo que tenemos es falso, es una obligación sin madrugadas.

Un abrazo.